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Extranjeros: delincuencia y xenofobia en Bogotá, ¿Percepción o realidad?

Pie de foto: Ciudad de Bogotá, imagen de referencia. Tomada de pexels.com

En los últimos años miles de venezolanos han llegado a Colombia en busca de una mejor vida para ellos y los seres queridos que dejan en el país vecino.

Escrito por Tatiana Asprilla

La situación social, política y económica que viven en el país hermano miles de venezolanos los ha obligado a dejar atrás sus casas, sus trabajos, sus profesiones, sus familias, su sueños; la primera opción de refugio es Colombia por su posición geográfica, que solo es separada por las fronteras del territorio. Al día de hoy más de medio millón de personas han llegado al país, muchos de manera ilegal y trabajan en la informalidad, y otros tantos, intentan establecer sus negocios y su vida en las diferentes ciudades.

Desde el comienzo de la pandemia la percepción de inseguridad creció en la capital, a causa de el aumento de robos y atracos que se dan a conocer día a día, una de las razones que se ha adjudicado desde la Alcaldía distrital, es la llegada de los venezolanos, a los que culpan por esta situación, en todo caso, cabe recordar que la inseguridad está está encarnizada en las calles y los barrios de Bogotá desde hace mucho tiempo. Estas declaraciones por parte de la alcaldesa Claudia Lopez, crea un ambiente hostil y de xenofobia hacía los cientos de inmigrantes, que, si bien, muchos de ellos hacen parte de la delincuencia común y/o conforman bandas criminales; sin lugar a dudas son mucho más los que intentan salir adelante de la mejor manera posible.

Tal es el caso de Jacob Loaiza, estudiante de derecho en su natal Venezuela, donde trabajaba para una firma de abogados, asegura que, el salario que recibía no suplía sus gastos y necesidades, motivo por el cual debió abandonar sus estudios, pero no fue suficiente y tiempo después dejó también su país, llegó a Colombia el 2 de agosto de 2017 con tan solo setenta mil pesos en el bolsillo, ha trabajado en diferentes áreas, donde incluso se han aprovechado de sus necesidades para hacerlo laborar más de lo debido a cambio de un muy mal salario.

El primero de febrero de 2019, Fernanda Mendez llegó a Colombia luego de hacer toda una travesía para salir de su país junto con 40 venezolanos más donde venían hombres, mujeres y niños, pagando incluso a actores armados para que les permitieran salir de su territorio. Su adaptación tampoco ha sido sencilla, dejando  su familia en Caracas, ha trabajado incansablemente para enviarles dinero; ha sufrido todo tipo de comentarios xenófobos, y ha sido rechazada en numerables trabajos por su procedencia, pero sus ganas de salir adelante honestamente son más grandes y con mucho esfuerzo consiguió armar su propio carrito de dulces, dedicándose a recorrer las frías calles capitalinas en busca de su sustento y el de su familia.

Este es el claro ejemplo de muchos venezolanos que llegan con ganas de buscar mejores alternativas de vida, teniendo que superar grandes retos y de derribar obstáculos, obrando siempre desde la legalidad y que, a causa del gran estigma con el que son tratados, dificulta su adaptación en la ciudad, que si bien no es muy cálida en cuanto a clima, tampoco brinda un fuerte calor humano a los inmigrantes que llegan todos los días.

Por su parte, personas como Andrés Orjuela, bogotano y administrador de una tienda de verduras de la ciudad, intenta desde su lugar ayudar a quienes no tienen recursos, dándoles trabajo que remunera de manera igualitaria tanto a colombianos como a venezolanos, afirma que Bogotá siempre ha sido peligrosa, y no por uno deben pagar todos, de esta manera emplea en su negocio a 5 personas, de las cuales tres son de Venezuela y asegura sentirse satisfecho con la labor realizada por parte de ellos.

Es importante en casos como estos, no generalizar desde ninguna de las dos posiciones, no todas los venezolanos que llegan al país son delincuentes ni mucho menos, tampoco todos los colombianos tienen el estigma de rechazarlos por su lugar de procedencia. Las entidades gubernamentales tienen la responsabilidad y la obligación desde su lugar de ofrecer soluciones eficaces para los problemas de seguridad y delincuencia de la ciudad y del país, además de no estigmatizar desde ningún lugar a los extranjeros, combatiendo la xenofobia y creando espacio de reflexión, entendimiento y acompañamiento a todos aquellos que han visto violentados y vulnerados sus derechos.

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