Las redes sociales una nueva forma de imponer estándares de belleza a las mujeres

Por: Stefanía LunaSara Barón Corzo

Las redes han influido en la forma en que entendemos la identidad, el valor y han impuesto unos estándares de belleza. Este proceso ha sido un recorrido lleno de cambios y desafíos, comenzando con una dependencia que termina en una autonomía determinada por el contexto cultural de cada época, mayormente controlado por los hombres. Fueron ellos quienes decidían cómo debían verse, comportarse y definirse las personas. Las mujeres, en cambio, quedaban relegadas a roles secundarios, siendo reflejos de las expectativas sociales, ya fuera como símbolos de fertilidad, virtudes religiosas o pilares de la moral familiar.

La llegada de la Revolución Industrial y la Edad Moderna no alteró drásticamente la situación, aunque abrió algunas grietas en los roles tradicionales. La mujer comenzó a ocupar espacios en el ámbito laboral, aunque en condiciones precarias. Sin embargo, su autopercepción seguía siendo definida desde el exterior, manteniendo el control masculino sobre su imagen e identidad.

El libro “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, menciona: “El hombre es el sujeto, el absoluto; ella es el otro. Es en este sentido que el hombre define a la mujer no como un ser autónomo, sino en función de lo que él es.

 El hombre se ha apropiado de la palabra ‘mujer’, la ha hecho un símbolo, una categoría secundaria no ha permitido que ella se defina por sí misma. Se la ha relegado a la condición de ‘el otro’, el ser dependiente y subordinado, que existe solo en relación con el hombre, su contraparte necesaria. La mujer no ha podido ser entendida como un sujeto por derecho propio, sino siempre en términos de lo que le es atribuido por el hombre: el ser pasivo, el cuerpo, la sexualidad, la maternidad, la dedicación al hogar y a los demás”.

Los cambios en el siglo XX

El siglo XX marcó un cambio crucial. Con los movimientos feministas y la aprobación del derecho al voto, las mujeres empezaron a redefinir su identidad y a reclamar espacios de igualdad. Demandaron derechos laborales, reproductivos y autonomía sexual, dejando de lado el rol pasivo que por siglos había predominado. Su autopercepción pasó a ser activa, una construcción consciente y decidida.

A pesar de estos avances, la independencia ganada no estuvo exenta de desafíos, la televisión y los medios masivos comenzaron a imponer estándares de belleza que presionaban a las mujeres para cumplir con un ideal único e inalcanzable, este contraste entre la lucha por la igualdad y las nuevas formas de opresión visual definió gran parte de su experiencia en el siglo XX.

Hoy, la historia continúa, la autopercepción de las mujeres sigue siendo un terreno en constante transformación, reflejo de una lucha por equilibrar las influencias externas con el poder de definirse por sí mismas y romper los estándares de belleza

la belleza de la mujer y los entornos sociales.
Foto: Generada con Leonardo IA

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Los nuevos estándares de belleza

Naomi Wolf menciona en el primer capítulo de su libro “El mito de la belleza”: “La belleza femenina se ha convertido en un problema de salud pública, una trampa que impide a las mujeres alcanzar la plenitud de su humanidad. Lo que antes era un atributo físico individual ha sido transformado por los medios de comunicación y la cultura popular en un mandato colectivo.

El ‘mito de la belleza’ no es solo la exaltación de una apariencia física perfecta, sino también un instrumento que utiliza la industria del entretenimiento y la publicidad para vender productos y mantener a las mujeres atrapadas en la inseguridad y la competencia. La belleza se convierte en una obsesión que las mujeres deben seguir, no solo para ser consideradas ‘deseables’, sino para ser consideradas ‘completas’. A través de las revistas, la televisión, el cine y la publicidad, la mujer ideal es constantemente presentada como un objeto, y las mujeres reales, que no alcanzan ese ideal, se sienten como fracasadas.”

Carol García, una joven de 18 años, quien usa redes sociales desde los 12, entre ellas Facebook, TikTok e Instagram, menciona que las redes sociales si influyen en su día a día de forma positiva, ya que en ellas encuentra ‘tips’, consejos y rutinas de belleza que aplica para sentirse bien y cuidar sus hábitos, aunque esto no siempre fue así.

Cuando estaba iniciando su adolescencia, sobre los 14 años aproximadamente, las redes si le hacían sentir presión por “encajar” en un estándar, esto la llevaba a querer verse perfecta, usar filtros en sus fotos y sentía que presumía de más, pero el crecer y reconocerse la hizo aceptarse y aumentar su autoestima, el mensaje de ella para otras mujeres es que “debemos empezar a preocuparnos más por nosotras mismas y nuestra realidad y no por lo que las redes sociales nos muestran”.

Respecto a lo anterior, la psicóloga Sara Montaña explica que los primeros comportamientos que se evidencian en mujeres que realizan comparaciones de sí con personas de redes sociales son los trastornos alimenticios, el querer conseguir estos estándares pueden llegar a provocar una condición médica como la anorexia o la bulimia.

Hay una presión social sobre cómo deben verse las mujeres y el que no deberían envejecer, aun y cuando esto es un proceso natural, sin embargo, las industrias también se han encargado de generar estos “miedos”, tal vez, para vender más productos.

Ella menciona algunas estrategias, como el suspender el uso de redes hasta que la autoestima no esté construida con bases que no sean la aprobación de los otros, el fortalecimiento de la autoimagen, cómo me percibo y lo que pienso de mi cuerpo y no seguir cuentas que puedan afectarme.

estándares de belleza

Natalia González, también profesional en el área de psicología, concuerda con lo mencionado por Mónica y asegura: “las redes sociales pueden llegar a afectar la autoestima, la identidad, la seguridad y bases de la personalidad; que deberían estar lo más estables posible en cada joven”. Esto quiere decir que, si la identidad de un adolescente no es sólida, podrían llegar agentes externos, como lo son las redes sociales, y moldear las bases en estos individuos.

En las redes sociales, los jóvenes se exponen a muchas comparaciones del exterior de las personas, que logran eclipsar lo realmente fundamental: la esencia y el interior, y así es como se empieza a restar valor a la personalidad y agregar valor al físico.

Pero hay una forma de prevenir todo esto y es comprendiendo que un video de 10 segundos o una foto que tuvo mucha preparación no puede llegar a abarcar todo lo que es una persona y así mismo entender que quienes suben contenido a estas plataformas muestran lo que quieren que los demás vean y la mayoría de las veces esa no es la realidad.

Ana Sofía Coy, una estudiante de secundaria de 16 años, manifiesta que las redes sociales sí influyen en su autopercepción, autoestima y en los ideales que tiene de cómo debe o quiere verse. Ella usa redes desde los 11 años aproximadamente, gracias a una tarea que le dejaron en una clase de informática, donde su docente los invitó a crear una cuenta en Facebook, ella se compara mucho con las personas que hay en redes y que la relación con su novio se ve influenciada y afectada, ya que para ella es muy importante el saber a quién sigue, los likes y demás, y se compara con los perfiles que su novio busca en redes.

Ana considera que las redes la han hecho distanciarse de la realidad, ya que la comunicación se basa solo mediante estas plataformas y no de forma personal.

La psicóloga Alejandra Linares considera que las redes sociales son una buena plataforma de comunicación, pero, que estas deben tener un control por parte de los adultos y cuidadores, ya que el uso de las mismas se inicia normalmente a los 12 años. Los jóvenes en estas edades son más susceptibles a creer todo lo que ven, a ser víctimas de cyber acoso y violencia verbal, a que su autoestima se vea afectada, ocasionando incluso afectaciones en la salud mental, generando episodios depresivos y estados de pánico. Sus comportamientos pueden variar entre el ser agresivos o introvertidos.

Carolina Cruz, una reconocida presentadora colombiana, hace unos meses se volvió tendencia después de dar unas controvertidas declaraciones, que, más que enfocarse en si es correcto o no extraerse los implantes mamarios, su respuesta iba más ligada a que no todo lo que se ve en redes debe ser una tendencia y un modelo a seguir.

“A mí lo que no me parece que es llevadero ni correcto, es que ahora todas las mujeres empezaron a sacar citas médicas… entonces, ¿qué pasa después si alguien se saca las puchecas?”: Carolina Cruz

Serena Williams, tenista y activista estadounidense, ha usado su Instagram para mostrarse tal y como es, con sus “imperfecciones” y naturalidad. Sus posts han generado varios comentarios donde los internautas agradecen que ella sea auténtica y real y que salga de esos cánones de perfección que la mayoría de personalidades del mundo han querido mostrar e imponer.

Durante un video, Williams dijo que estaba “consciente” de su estómago después de tener dos hijos y que “siempre amará sus cicatrices de parto”, a lo que un seguidor comentó: “Me encanta lo auténtica e identificable que eres, tu publicación ha validado a millones de mujeres que luchan contra las inseguridades corporales después del parto”. Gracias”.

La sociedad, a través de las redes sociales, refleja y perpetúa ciertos ideales de belleza. Es fundamental tomar conciencia de este fenómeno y trabajar activamente para construir una imagen corporal más saludable y diversa. Al cuestionar los estándares impuestos y fomentar la aceptación, se puede generar un cambio cultural que valore la diversidad y la autenticidad de cada individuo.

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