Por Nicol Dayan Jojoa Guerrero, Yorika Morales Romero y Laura Juliana Oyola Reyes
“Mamacita que rica, yo quiero todo eso…” esto puede ser lo más decente que le digan a cualquier mujer por la calle, para algunos un piropo vulgar, pero en realidad hace parte de una cultura, una que pide a gritos una contracultura.
La cultura de la violación es omnipresente y según el contexto siempre está arraigada a un conjunto de creencias, poder y control patriarcal. Se da en entornos sociales que permiten que se normalice y justifique la violencia sexual, de esta misma forma abarca una amplia variedad de prácticas nocivas que restan autonomía y derechos a las mujeres y las niñas, tales como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.
Igualmente, según la UNICEF, desde la primera infancia, la cultura de la violación es un fenómeno profundamente arraigado debido a los estereotipos de género y rol que se asignan desde la niñez y adolescencia, lo cual describe cómo en la sociedad se normaliza, justifica o minimiza la violencia de género, logrando responsabilizar a la víctima y no al agresor.
Desde los medios de comunicación que son quienes impulsan las diferentes representaciones del hombre y la mujer logrando reproducir ciertos valores y normas dominantes; hasta las instituciones judiciales que a través de actos de impunidad hacia los agresores y caminos llenos de obstáculos para aquellas víctimas que deciden denunciar, se permite contribuir a la desigualdad, desde estos ámbitos y muchos más, según el estudio “Violencia de Género: Un problema de Derechos Humanos”.
En Colombia, según la Fiscalía General de la Nación y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, diariamente se presenta un promedio diario de 30 casos de agresión sexual, los cuales 21 corresponden a niñas y adolescentes y nueve a mujeres adultas, abarcando casos como violación, acoso, abuso sexual y físico, pero a pesar de esto el 53% de las mujeres considera que no vale la pena denunciar, debido a una falta de confianza en los procesos y los organismos encargados así como, también, el temor a la revictimización.
Un cuatrienio de abusos hacia la mujer
En promedio, en los últimos cuatro años se ha presentado un total de 427.316 casos relacionados con agresiones de género, los cuales corresponden al 21% de la población colombiana, en donde se evidencian casos de violencia sexual, violación, violencia intrafamiliar y acoso callejero, de esta cantidad solo 5.300 casos han llegado a contar con una condena exitosa, esta cantidad pertenece al 1% de la población.
Esos 427.316 hechos relacionados con agresiones de género, corresponden al 21% de la población colombiana, en donde se evidencian casos de violencia sexual, violación, violencia intrafamiliar y acoso callejero, de esta cantidad solo 5.300 casos han llegado a contar con una condena exitosa, esta cantidad pertenece al 1% de la población.
Estos datos suministrados por la Fiscalía General de la Nación junto con el Ministerio de Salud y Protección Social, permiten evidenciar como la cultura de la violación hace parte fundamental de la sociedad colombiana y la necesidad de una reestructuración.
Hitos de violencia contra la mujer
En el mundo se evidencian diferentes casos y tipos de agresión en contra de las mujeres. 15 casos en el tiempo evidencian los acosos, los abusos, agresiones y feminicidios que han sacudido a la sociedad y generado una lucha por terminar con este fenómeno.
Los hechos desgarradores y otros que han sido normalizados por la sociedad, se han convertido en un motor para generar iniciativas que ayudan a mujeres en situaciones similares y luchan contra lo que hoy se sigue viviendo, día a día.
La ONU propone soluciones que abarcan la promoción de la igualdad de género, la educación sobre consentimiento y la eliminación de estereotipos dañinos, como pasos fundamentales para erradicar esta cultura.
Así se ha construido la cultura de la violación
Las historias que acá se relatan son una evidencia de la manera cómo se ha construido esta cultura de la violación, historias que han pasado en Colombia y hacen parte de esas víctimas que, en ocasiones, además de padecer el abuso, el acoso y el maltrato; también, son víctimas de la ignorancia, lo que ha generado que estos hechos se normalicen y se vuelvan paisaje en la cotidianidad de la vida.
Jhoana Guerrero de 43 años quien durante toda su vida desempeñó su labor como ama de casa, representa a las 114.865 víctimas de violencia intrafamiliar, reportadas por año según el Instituto Nacional de Salud.
El 77% de la población colombiana vive en un hogar libre de violencia intrafamiliar. Lamentablemente, dentro de ese porcentaje no se encuentra el hogar de Jhoana Guerrero, quien desde su infancia hasta su adolescencia padeció maltrato físico, verbal y psicológico a manos de su padrastro, como ella misma lo relata en el siguiente audio:
Entre más años atrás, la normalización se evidencia de forma clara, comportamientos aceptados y, en ocasiones, promovidos, son el marco de la lucha que hoy está en manos de la sociedad, esto se ha construido desde la cultura como lo dicen la psicosexóloga Eida Gabriela Torres y la docente Andrea González.
Donde es importante destacar que estas construcciones vienen arraigadas de generación en generación, así como las mentes cuentan con una programación neurolingüística desde el ADN de cada individuo generando comportamientos adaptativos principalmente con el objetivo de sobrevivir al entorno, como lo explica la doctora Torres:
Andrea González, consejera académica y docente, enfatiza que desde la educación se cumple con formar unas bases de ética, valores y demás para concientizar y lograr disminuir estos factores; sin embargo, desde la casa también se debe apoyar cada dinámica.
“Cada institución educativa cumple con protocolos establecidos, normalmente se investiga, se toman ambos testimonios y se hace lo posible para que ambas partes no tengan ningún tipo de interacción dentro de la institución”. El trabajo en los espacios académicos es vital y esto es lo que recomienda la profesora González:
Ningún acoso es mínimo
Según la Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres, el 87% de las mujeres en el país han sido víctimas de acoso callejero. Hesly Franco y Lorena Osorio hacen parte de este porcentaje siendo protagonistas de la más común de las expresiones de la cultura de la violación.
Según el movimiento “Paremos el acoso callejero” el 70% de las mujeres tienen miedo de sufrir un ataque sexual en espacios públicos. Hesly Franco, de 22 años y estudiante de artes gráficas, se ha enfrentado con el acoso callejero y su relato no solo refleja la angustia y el malestar que genera esta experiencia, sino también la necesidad de visibilizar y erradicar esta problemática, como lo van a notar en su voz que evidencia que lo que se vive no es un hecho menor:
Por su parte, Lorena Osorio, una adolescente de 19 años, estudiante de administración de empresas y manicurista independiente se dirigía a la universidad en su rutina normal o hasta ese día era normal.
Según la Cámara de Representantes el 38,4% de las mujeres ha decidido no tomar el servicio de transporte público: Transmilenio, por temor a sufrir algún tipo de violencia sexual, pero en esa cifra no se encuentra Lorena que desde ese día no volvió a utilizar el sistema integrado en donde vivió lo que ella nos cuenta:
Esa burla posterior al acto, como lo describe Lorena, genera interrogantes sobre el comportamiento que ejercen estas personas, lo cual explica Julián Barrera, antropólogo con enfoque socio cultural desde el contexto colombiano.
“En la cultura colombiana el concepto de masculinidad ha sido reforzado como aquel que se responsabiliza por su familia y debe ser fuerte y por lo tanto tiene que cumplir este rol de madurez simbólica que tiene el don dominante frente a todo.” especifica Julián Barrera.
«Si entendemos como si fuéramos una manada de animales sería esa persona alfa que siempre va a tomar las decisiones, quien es capaz de decidir qué se puede hacer o no y de esta manera se podría entender que este rol se refuerza en la capacidad que puede ser totalmente dominante sobre el rol femenino”, agrega Barrera.
El otro extremo del acoso callejero corresponde a los feminicidios, estos son los casos que ganan la mayor atención de la sociedad, pero cuando se trata de menores, los hechos se extienden a las secuelas que van hasta la adultez de quienes han sido víctimas en sus primeros años.
Karen Galeano de 31 años, funcionaria de la Secretaría de Integración Social, forma parte del 85% de personas que han sido víctimas de violencia durante la primera infancia, según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF).
Su historia refleja el 85% de casos y la magnitud de la violencia que afecta a menores de edad, y la necesidad urgente de acciones efectivas para prevenir y atender estos delitos que marcan de manera irreversible el futuro de las víctimas, según lo manifiesta Karen en su relato:
Jireh Fino de 25 años y contadora pública, también pertenece a los mil millones de personas que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), han sido víctimas de violencia durante la primera infancia.
El testimonio de quien sufrió abuso sexual en su infancia, refleja una realidad que afecta a niños y niñas en todo el mundo. La historia de Jireh clama por la urgente necesidad de proteger a los más vulnerables y garantizar su derecho a crecer en un entorno seguro y libre de violencia, para que nadie tenga que padecer lo que ella refiere a continuación:
Volviendo a la historia de Karen Galeano, lo que ella vivió generó su proyecto de vida, hoy es profesional en trabajo social y hace parte de la Secretaría de Integración Social, proyecto de infancia – jardines infantiles, en donde desempeña su cuidado sobre la primera infancia identificando posibles casos de agresión, y cómo en ese marco se forma permanentemente en el manejo y estudio de agresión a menores. Pero, ¿Cómo identificar las agresiones a los menores? Karen Galeano lo explica a continuación:
Educación, responsabilidad, legislación, aplicación de las leyes y una conciencia colectiva hacen parte de las acciones para construir una contracultura, pero lo primero que se debe hacer es preguntarse…
¿Cómo enfrentar la cultura de la violación?
Los seres humanos cada día se replantean sus acciones y pensamientos, por esto se debe hacer una retroalimentación o incluso aplicar los dichos populares de: “pensar antes de actuar”.
Igualmente, es fundamental que para prevenir la violación se realice un proceso drástico, como lo especifica ONU mujer y sus “16 maneras de enfrentar a la cultura de la violación”
En Colombia, a través de los años, se ha evidenciado una mejora frente a los procesos de denuncia y las líneas de apoyo para las víctimas de violencia, según la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, pero aún se cuenta con desafíos significativos como los procesos de difusión de estos.
La Línea Púrpura Distrital 018000112137 “Mujeres que escuchan Mujeres”, es una iniciativa promovida por la Secretaría de la Mujer donde las víctimas se pueden comunicar a la línea telefónica gratuita que funciona las 24 horas, todos los días del año, encontrando diferentes tipos de apoyo y asesorías atendidas por un equipo de psicólogas, trabajadoras sociales, abogadas y enfermeras.
Igualmente, la más reciente iniciativa corresponde a la aprobación del Senado en cuarto debate el proyecto de ley que prohíbe el matrimonio de menores de edad. Esta decisión fue adoptada en la plenaria, tal como lo explicó la ponente Clara López Obregón (Pacto Histórico) tras un extenso debate.
Comprender la mente para modificar las acciones
La psicosexóloga Eida Gabriela Torres explica en la siguiente charla los laberintos de la mente que se entretejen con respecto a este tema de la cultura de la violación:
Combatir la cultura de la violación implica verla presente en todas las facetas de la vida y cambiar las creencias arraigadas que mantienen la desigualdad de género. Por medio de la educación, la mejora en los canales de denuncia y la acción individual y colectiva se puede llegar a crear un futuro donde las personas no sufran violencia y se respeten los derechos y dignidad de todos.