
Por: Nicolas Aranguren
“Yo nunca pensé viajar tan lejos y menos a Estados Unidos” Me decía Jessica mientras recordaba sus viajes a USA en donde tuvo que hacer varios trabajos, pero que nunca se arrepintió de irse.
En los últimos meses con el posicionamiento de Trump como presidente, por segunda vez, de los Estados Unidos, muchos de los inmigrantes viven o hacen el intento de sobrevivir a USA. La mayoría de los inmigrantes que se encuentran en este país provienen de México, y miles de personas de otros países.
A esto se le suma las deportaciones masivas que ha hecho USA con el nuevo mandato del presidente que prácticamente está dejando a los Estados Unidos sin personas indocumentadas, número que se acerca a 47.8 millones para el año 2023.
En enero de 2025, el presidente Gustavo Petro se opuso a las deportaciones masivas de colombianos desde EE. UU. y ordenó el retorno de dos aviones con deportados por las malas condiciones en que eran traidos. En su cuenta de X afirmó: “Un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece […] si ese país los devuelve debe ser con dignidad y respeto con ellos y con nuestro país».
Para entender un poco más sobre el porqué todos quieren irse a Estados Unidos tenemos que conocer la historia de cómo la gente que ha ido para allá ha tenido que estar sobreviviendo a USA.
Todos quieren irse al otro lado
La migración al país vecino empieza a mediados del siglo XIX en donde muchas partes del mundo, principalmente del continente europeo, decidieron abandonar sus países de origen y sus hogares, huyendo de las malas cosechas en sus tierras y la escasez de estas, la falta de empleos y la mala oferta de algunos otros. Y así fue como alrededor de casi 12 millones de inmigrantes llegaron a Estados Unidos entre 1870 y 1900.
Se podría decir que el primer grupo de personas inmigrantes fueron en su mayoría europeos, pero aun así ya había personas de casi todo el mundo refugiados allí.
A raíz de la ola de gente que USA había recibido, la lucha por los empleos entre los estadounidenses y los europeos en 1870, comenzaron a competir por los empleos tradicionales que estaban reservadas para los chinos, por estas peleas fue que empezó a crecer el odio con las personas que los americanos sentían que iban a invadir su país y fue cuando empezó la discriminación y xenofobia racial que hoy en día sigue dividiéndonos.
Como respuesta, en 1882, el Congreso aprobó la Ley de Exclusión China, que prohibió la inmigración de ciudadanos chinos durante casi un siglo, marcando el inicio de una política migratoria selectiva y profundamente racializada.
Las puertas que se abren y las que se cierran: cómo cambió la política migratoria en el siglo XX
Con la ola inmigratoria y los demás conflictos que se vivieron durante este acontecimiento, en el siglo XX, Estado Unidos empezó a controlar quién entraba y quién salía del país, lo que trajo reformas, restricciones y contradicciones que marcarían la historia migratoria de Estados Unidos.
Fue entonces cuando la política migratoria empezó a enfocarse en llevar registros de quién podía entrar con base en criterios raciales, económicos y sanitarios. La creación de estaciones como Ellis Island (1892-1954), por donde pasaron más de 12 millones de personas, fue parte de ese intento por “filtrar” a los recién llegados.
En este filtro, los inmigrantes eran examinados físicamente, interrogados y algunos incluso deportados por enfermedades o “comportamientos sospechosos”
En 1924, el Acta de Inmigración Johnson-Reed impuso límites estrictos al número de inmigrantes permitidos, asignando cupos por país de origen y favoreciendo a los países del norte de Europa. Este acto redujo significativamente la diversidad migratoria y excluyó por completo a muchos países asiáticos, africanos y árabes.
En los años 40, se firmó el Programa Bracero (1942-1964), un acuerdo entre EE. UU. y México que permitía el ingreso temporal de trabajadores agrícolas para reemplazar la mano de obra durante la guerra. Aunque fue de una manera explotadora y mal regulada, marcó un comprobante de la dependencia económica de Estados Unidos respecto a la migración laboral.
Aun así, todo cambió en 1965, cuando se firmó la Ley de Inmigración y Nacionalidad, eliminando el sistema de cuotas por país y abriendo más espacio a inmigrantes de Asia, África y América Latina. Esta ley redefinió la diversidad del país, pero también definió las bases para las tensiones raciales, culturales y políticas que aún hoy siguen existiendo.
Siglo XXI: La puerta medio abierta
La propuesta de las personas en cada una de sus mentes empezó con el pensamiento de un mundo más globalizado, pero también con nuevos temores, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos endureció de una manera notoria sus políticas migratorias, aumentaron los controles fronterizos, la vigilancia digital y la percepción del migrante como una posible amenaza a la seguridad nacional.
En 2003 se creó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), y bajo su mando, dos instituciones clave:
- ICE (Immigration and Customs Enforcement), responsable de detener y deportar migrantes.
- CBP (Customs and Border Protection), que vigila y patrulla las fronteras.
Trump fue elegido por primera vez presidente de los Estados Unidos en el 2017 y puso en la mesa algo que casi todos los estadounidenses estaban de acuerdo, crear un muro en la frontera con México. Esto gracias a sus propuestas y al pensamiento rígido que tenía sobre los inmigrantes.
Como lo dijo en campaña, lo cumplió y mandó construir un muro que rompía en dos una sola parte del continente, un muro que impedía que cualquiera que quisiera sobrevivir a USA, lo hiciera de manera legal.
Con la llegada de Joe Biden a la casa blanca y la salida de Trump, las personas tuvieron un aliento de esperanza, pero no del todo.
Se prometieron reformas más humanas cómo, por ejemplo:

Gracias a esto, las personas tuvieron un respiro distinto al saber que ya no iba a ser tan difícil entrar a este país
Miles de personas siguen partiendo con lo que cabe en una maleta o en el bolsillo del pantalón. Algunos cruzan el desierto, otros el río, otros abordan un avión con visa, sabiendo que pronto vencerá. No todos huyen de la guerra, pero casi todos escapan de algo: la pobreza, la violencia, la falta de oportunidades. Cada viaje tiene un punto de partida, pero pocos tienen certeza del destino.
Jessica es una de esas personas. Su historia no empezó cuando pisó suelo estadounidense por primera vez, sino el día que decidió salir de su país. No iba huyendo, pero tampoco se quedaba. Iba en busca de un futuro que en Colombia no parecía posible.
Aún así Jessica, siempre quiso irse de manera legal, para que no tuviera que sobrevivir a USA, sino que pudiera vivir en paz, contactó a una de las agencias que le permitían ejercer su carrera en el país y pagó un aproximado de 4.000 dólares para poder irse, se fue a trabajar en lo que había estudiado, Administración de Empresas Agropecuarias y con lo que ganó en el extranjero pudo pagar las deudas que dejó acá en Colombia.
“No fue barato, porque pues igual fue un costo bastante alto, sobre todo por lo de la visa… tocaba hacer un primer pago, de 3 o 4 millones de pesos colombianos, aproximadamente unos mil dólares para ese entonces, los precios han variado porque ya he ido tres veces y en cada una he tenido que pagar distintas cantidades”
La primera vez que se fue a USA fue en 2017, tenía 25 años y Trump seguía de presidente, aun así, eso no le impidió que le aprobaran la visa y cuenta que sintió mucha emoción cuando se quedaron con el pasaporte de ella y le entregaron el papel que decía que la visa de ella había sido aprobada.
La primera visa que tuvo fue la visa J1, conocida como la visa de intercambio estudiantil y a pesar de que estaba haciendo este proceso, no le contó a su familia los planes que tenía en el otro país. No fue hasta tener un pie acá y otro allá, no fue hasta tener la certeza de que todo estaba yendo bien y que si tenía su boleto asegurado para poder coger el avión y llegar a USA que les informó que no viviría con ellos por un largo tiempo.
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Sobrevivir a USA
¿Cómo fue la primera vez que fue a Estados Unidos?
J: “El miedo de enfrentarse a un cónsul, porque pues era algo nuevo. Yo tampoco era que tuviera el mejor nivel de inglés en el primer momento que fui, sin embargo, practiqué mucho antes de la entrevista, igual yo decía: yo tengo que ir segura a lo que voy y a donde voy desde que yo vaya segura todo va a estar bien de igual manera yo misma llené mi formulario, entonces no había información ahí que yo no supiera”
¿Cómo lo tomó su familia?
J: “Fue un choque bastante grande porque mi familia es machista, en parte mis tíos como que no me creían porque me miraban y me decían ¿En serio? No me creían, cuando ya me vieron con maletas y todo ya fue un mar de lágrimas. Para ser machistas… claro que no fue en sano juicio, estaban tomaditos para haber llovido, porque ellos no aceptan eso de decirme “te quiero” así en sano juicio, no me lo dicen. Para mi mamá fue también una tristeza grande, pero pues yo le hacía ver que, pues era ir a allá, que era conocer cosas nuevas, yo tenía mucha emoción de ir en medio de mi miedo”
¿Qué sintió la primera vez que pisó el país?
J: “Por lo menos cuando tu pisas el avión y ya tienes la primera escala, es abrumador porque ya todo es en inglés y me empezaba a doler la cabeza porque es como que tu cerebro no está acostumbrado y tratas de tener como de tener toda la información que te están dando”
“Lo primero que hice fue tomarme una foto ahí afuera de Walmart”
¿Fueron agotadores los trabajos que tuvo?
J: “Si, fue agotador porque eran ocho horas de pie, por ejemplo, en la temporada en la que nos tocaba hacer solo envío de plantas porque había crecido y florecido. Era estar constantemente agachándonos y levantando las materas con agua… entonces si era un poquito pesado. Yo conseguí un segundo trabajo porque igual mi idea o la idea de muchos es ir y hacer plata, llegué a un acuerdo con una señora en un restaurante mexicano y ahí pude trabajar después de salir del invernadero”
Al tratar directamente con personas estadounidenses, pudo aprender un poco más de la forma de liderazgo que manejan en el país vecino y pudo notar el cambio de ambientes de Colombia a USA respecto a cómo son las maneras de mandar a sus empleados.
¿Cómo era el trato de sus jefes?
“Ellos eran muy distantes, nuestro jefe era ucraniano y él se limitaba a lo que tenía que decirnos, inclusive él tenía como su grupo de ucranianos que eran los que nos ponían a trabajar a nosotros, nunca hubo, así como un contacto directo. Él nunca te dirigía la palabra a menos de que tú la estuvieras cagando.
Si, él veía que yo estaba haciendo algo mal, de una vez me lo decía de forma brusca. Gracias a Dios a mi nunca me dijo nada porque yo trataba de hacer las cosas como lo mejor posible, pero si vi como maltrato un poco a un compañero de Brasil”

¿Cree que es la misma persona de antes de irse?
J: “No, no porque también las experiencias de convivir con gente de otras culturas, hace que uno se enriquezca y también se aprende también a no solo poner límites, sino también a lidiar con ciertas cosas, entonces considero que he aprendido bastante, siento que tengo un poquito más de proyección en cuanto a lo que quiero
Antes, si miro a la Jessica de antes de empezar a viajar era una persona muy resignada, sin esperanzas. Esta es la vida que me tocó y no hay más. Sabía que mi mamá no tenía los ingresos económicos suficientes para darme ciertas comodidades o cosas, entonces en mi mente yo decía: No, me voy a dedicar al negocio de la familia y me hubiera quedado toda la vida ahí y estaríamos jodidos todos porque igual la economía cambia y todo cambia
Y yo no hubiera salido de ahí, y conocer otras formas, otras culturas, saber que yo podía lograr esa independencia porque, por ejemplo: como mujer saber que tu fuiste valiente, fuiste sola sin necesidad de tener un compañero para viajar al lado, todo lo hice sola. En general me considero una persona muy independiente”.
Jessica sabía a lo que iba, a recuperar el dinero invertido en todos los gastos administrativos y estudiantiles para poder llegar al país y así poder sobrevivir a USA.
En su viaje debió tener muchos retos y demás actividades que pudieron ser difíciles para personas que, tal vez, no van lo suficientemente preparadas, ya sea por el idioma o por el choque de culturas.
Durante la entrevista Jessica contaba los choques culturales que más le impactaron, las maneras de vivir de otras personas de distintos países a Colombia ya que tuvo la oportunidad de conocer cotidianidades distintas.
Cuenta como su compañera de habitación de origen turco, sacó un ramo de pescados secos y los extendió sobre la cama para que se ventilaran, algo que dejó desconcertados a todos y al mismo tiempo el dueño del lugar le llamaría la atención más tarde
Y es que en Estado Unidos muchas de las personas que van a sobrevivir llevan consigo sus arraigos tradicionales de sus países de origen y es ahí donde se convierte en la definición de las culturas juntas en un solo país.

Las personas como Jessica no solo se convierten en personas del mundo, personas aventureras, son personas decididas y valientes y mucho mejor si son personas que les gusta hacer las cosas de manera legal como siempre lo hizo ella, para así poder decir que tomaron la decisión de tratar de sobrevivir a USA.
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