Por: Sneider Calderon
El presidente Gustavo Petro pidió la renuncia de Angie Rodríguez, hasta ahora directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre), uno de los cargos más estratégicos del Gobierno. Una decisión que marca un quiebre político, pero también humano, en el círculo más próximo al mandatario.
Rodríguez no era una funcionaria menor. Desde su despacho se manejaba buena parte de la logística presidencial, el presupuesto administrativo de la Presidencia y la articulación interna del Ejecutivo. Era, en términos prácticos, una de las manos derechas del presidente. Por eso su salida no pasó ni pasará desapercibida.
Del barrio al poder: el ascenso silencioso de Angie Rodríguez
Angie Rodríguez llegó al Dapre en febrero de 2025, en medio de un ambiente político ya cargado por la inestabilidad en varios frentes del Gobierno. No era una figura mediática, pero se había ganado un lugar en la administración pública por su perfil técnico, su conocimiento del Estado y su cercanía con varios sectores del petrismo.
En entrevistas previas, ella misma había recordado sus orígenes en el sur de Bogotá, su formación profesional y el impacto que tuvo en su vida personal asumir uno de los cargos más exigentes del país. Cambió rutinas, se alejó de su barrio, reconfiguró su cotidianidad. Pasó de la vida común al vértigo del poder.
Desde el Dapre, además de coordinar la agenda administrativa de la Presidencia, también asumió responsabilidades de alto calibre político: la dirección del Fondo de Adaptación, la supervisión sobre temas sensibles del sistema de salud y la interlocución con excomandantes paramilitares en medio de los diálogos que impulsa el Gobierno. Un cargo que exigía temple, criterio y pulso fino.
La decisión que marcó la ruptura
Todo indica que la salida de Rodríguez no fue producto del desgaste rutinario ni de un simple remezón político. El punto de quiebre habría sido su oposición a un nombramiento clave dentro de una unidad anticorrupción del Ministerio de Hacienda. Se trataba de la designación de un exfuncionario del desaparecido DAS, una entidad que carga un pasado oscuro ligado a seguimientos ilegales, espionaje y persecución política.
Rodríguez habría expresado su desacuerdo de forma directa. Para ella, ese nombramiento no solo encendía alertas éticas, sino que chocaba con el discurso de transparencia que el propio Gobierno ha defendido. Pero el presidente respaldó la designación y, con ello, quedó marcada la distancia.
En política, disentir tiene costos. Y en este caso, fue definitivo. La confianza se rompió. La renuncia fue solicitada. Y una de las figuras más cercanas a la estructura presidencial salió por la puerta del silencio institucional.
Un cargo marcado por la inestabilidad
La salida de Angie Rodríguez no es un episodio aislado. Con ella, ya son cinco las personas que han pasado por la dirección del Dapre durante el gobierno de Petro. Cinco directores en menos de tres años de mandato. Una cifra que habla por sí sola.
Esa rotación constante refleja una administración sacudida por tensiones internas, reacomodos políticos y choques de poder. Cada cambio interrumpe procesos, fractura equipos de trabajo y genera un ambiente de incertidumbre que termina impactando la gestión del Estado.
En medio de esta nueva transición, será Letty Leal, actual subdirectora, quien asuma de manera provisional el cargo. Una solución temporal que intenta contener el remezón, aunque no logra ocultar el fondo del problema: la fragilidad de la estabilidad institucional.
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Un Gobierno que sigue sacudiéndose
La salida de Angie Rodríguez se suma a una larga lista de movimientos en el gabinete y el alto Gobierno. Reformas estancadas, ministros que entran y salen, choques entre sectores, tensiones con el Congreso y un ambiente político cada vez más electrizado, con el calendario electoral del 2026 asomándose en el horizonte.
Cada renuncia, cada destitución, cada relevo deja ver las fisuras internas. Y al mismo tiempo, alimenta el debate público sobre la gobernabilidad, la coherencia del proyecto político y la forma en que se toman las decisiones en el núcleo del poder.
Hoy, la silla del Dapre vuelve a quedar caliente. Y la salida de Angie Rodríguez no solo se lee como un cambio administrativo, sino como una señal más del complejo momento que atraviesa el Gobierno del presidente Gustavo Petro.
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