Crédito: Valentina Reyes Carrasco.

Por: María Sofía Mata Zapata – Taller de Informe Especial y Opinión Pública

Comenzamos esta historia en septiembre de 2023, durante una mañana particularmente soleada, en el centro de Bogotá, donde un grupo de nueve futuros periodistas se adentra en el corazón de la ciudad, para llegar, partiendo de la carrera 4 con calle 22, hasta la Biblioteca Nacional de Colombia, una de las primeras de su clase, en América Latina. Este lugar, ubicado en la zona de la calle 25 con carrera 6, ha sido epicentro para la recopilación de datos del país; en sus paredes, se guarda historia nacional, retórica y, literalmente hablando, en esta ocasión se presenta en ellas una exposición acerca de un tema que nos involucra a ti, a mí y a todo aquel que tenga la capacidad de expresarse libremente: 

“Pretender suprimir la opinión a poder de multas es como querer apagar un volcán a fuerza de soplos”

El Demócrata, 1892. 

Hablamos de la censura1, específicamente de la censura en Colombia, que ha venido dándose durante siglos, aún desde la época colonial, cuando este país y otras futuras naciones latinoamericanos eran territorios dependientes de la Corona Española. El recuento que realizan los especialistas en esta exposición, de hecho, data desde el siglo XVII hasta tiempos recientes y resalta que las restricciones a la libertad de expresión fueron impuestas, no solo por el Estado, sino, además, por la Iglesia. 

Como explica Alejandro Lozano, que trabaja en la Biblioteca Nacional, “la muestra tiene un orden cronológico. Empezamos por la Colonia, cuando hubo censura o se presentó, digamos, lo que las prohibiciones por parte de la Iglesia Católica, y también por parte de la monarquía española, se hacia presente en la Nueva Granada, con los virreyes y algunos oficiales que integraban la corona española”. 

El recorrido y el análisis de la muestra, fueron realizados por los estudiantes de la asignatura Taller de Informe Especial y Opinión Pública, de Comunicación Social – Periodismo, orientada por el Profesor Francisco Buitrago Castillo. Fotografía: Sofía Mata.

Recorrido por la censura

Al entrar en la exposición, nos reciben distintos fragmentos de libros y periódicos, incluyendo artículos y discursos morales, los cuales forman un portafolio que recoge pruebas que demuestran la presencia de la censura en Colombia. Una de las piezas que más resalta, además de una caricatura titulada Moderación o desaparición, parte de la segunda edición del diario El Lábaro, es un discurso moral, el cual tiene más de la mitad de su página tachada. Así como este, hay otros ejemplares expuestos, que fueron tachados en las líneas que, a criterio de algún integrante del último escalón de la «cadena alimenticia editorial», no quería que nosotros, los «simplones» del primer escalón, leyéramos…

En la sala que da apertura a la muestra, no hay ambientación sonora, solo paredes negras, intervenidas con imágenes ampliadas: retazos de diarios ya extintos, libros prohibidos por la iglesia católica, vitrinas con ilustraciones satíricas y textos que criticaron, en su momento, el statu quo de la época en la que fueron publicados, en los siglos XVIII y XIX. Da miedo, incluso, analizar la manera en la que las entidades gubernamentales tomaban las medidas «necesarias» para apropiarse de la percepción pública y para distorsionarla a su favor. Así lo hizo, por ejemplo, la iglesia, adaptando textos y festividades a conveniencia. En medio de tales cavilaciones, el miedo se aproximó y nos siguió por la sala, pues allí dentro un estruendo resonó, rompiendo el silencio imperante; una de las piezas de papel, pegadas en la pared, se soltó de la superficie, dejando la primera plana del periódico ’La Maffia’ incompleta, a la vista de los presentes.

Con base en el material recopilado dentro de la exposición, es fácil ver que la censura no solo la vivieron escritores o periodistas, sino también artistas y activistas sociales, como fue el caso de Antonio Nariño, quien tradujo la Declaración de los derechos del hombre, originalmente creada en Francia y, tras hacerla pública en pleno periodo colonial, a finales del siglo XVIII, fue censurado y aprisionado por las instituciones eclesiásticas y monárquicas de antaño.

“Colombia es una pobre pero honrada mujer con familia. Y como es pobre y humilde y hasta complaciente, el tío Sam la ha pretendido, Y no sólo ha sucedido que la intranquiliza con su pasión, sino que al lado de ella y aprovechando debilidades de algunos nietos suyos, consiguió seducir a una su hija morenita y ardiente, que es nada menos que la desgraciada Panamá a quien -Como sucede siempre- ha abandonado después de disfrutar sus dones y de engañarla miserablemente. El tío Sam es el Tenorio de América”, se publica en las páginas de La desmembración, Zig-Zag, en 1909.

Tras culminar el recorrido por la muestra, se da la oportunidad de hablar con una de las personas encargadas de la exposición, Alejandro Lozano, quien hace parte del grupo de colecciones y servicios de la Biblioteca Nacional de Colombia y que amplió conceptos acerca de la esencia y la finalidad de la misma: 

Alejandro Lozano: La exposición Breve historia de la censura hace referencia a la posibilidad de entender las diferentes circunstancias políticas, sociales, culturales, en las cuales la censura y el veto a publicadores, editores, impresores, las mismas imprentas, así como algunas obras, ha estado presente durante doscientos años, aproximadamente. La exposición hace referencia, también, a comprender todo este panorama político que tuvo lugar, principalmente a partir de obras de la Biblioteca Nacional e incluso también manuscritos y cartas del Archivo General de la Nación y del Archivo de la Universidad Externado de Colombia. Entonces, es una exposición que nos invita a reflexionar, a pensar sobre la censura, como les mencionaba, pues es algo que ya ha venido presentándose durante los últimos dos siglos y quizá un poco más. En cuanto a la mirada moderna, contemporánea, hay materiales de la exposición que referencia los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Tenemos, por ejemplo, piezas del periódico El Tiempo y El Espectador, que sufrieron censura durante la dictadura de Rojas Pinilla. Entonces, no es un dato menor que fueron censurados en aquel entonces estos dos periódicos, que tradicionalmente son los de mayor circulación en Colombia y, aún así, también pasaron por ese momento de crisis y de afán por acallar sus informaciones.

Varias de las publicaciones censuradas en la historia del país, se exhiben en gran formato, dentro de la exposición, como este ejemplar de El Labaro, que data de 1910. Fotografía: Julián Bustos.

Sofía Mata: ¿Por qué este tipo de espacios son importantes para que la ciudadanía conozca la historia del país? 

A.L.: Es muy interesante también poder observar y poder dialogar sobre los mismos materiales; lo que mencionaba de diferentes situaciones o momentos coyunturales, para el momento del país, incluyendo lo político y lo social. La exposición presenta una perspectiva muy llamativa sobre la misma materialidad, sobre cómo se expresaba la censura, por prohibiciones. Nosotros, como colombianos, como colombianas, cómo vemos por ejemplo el tema de la censura que está hoy día presente, pues incluso se da censura por decisiones políticas, por las mismas Fuerzas Militares, la fuerza pública. En fin, son varias circunstancias que aún están presentes en la sociedad. La muestra sí deja una reflexión, quiere y también se propone dejar una «semillita» en cada uno de nosotros, para pensar en prospectiva a futuro: qué puede seguir en cuanto a aspectos de veto, de la prohibición de ciertas ideas o incluso, cómo ponerle fin a decisiones personales, como una postura política o la misma libertad de expresión.

Así, cada detalle, cada impresión y cada hoja presente, nos ayuda a entender a fondo, parte de nuestras raíces y a pensar en cómo queremos moldear el futuro. Hemos avanzado, por lo menos lo suficiente como para no dejarnos llevar ciegamente por las ideas impuestas por el Estado y sus poderes cercanos, quizás incluso llegado al punto de no matarnos por vernos, pensar u opinar distinto a quien tenemos al lado… Como periodista, es mi deber seguir usando mi bolígrafo hasta el final y mostrar lo que quienes, antes de mí, no lograron dar a conocer por el veto, el saber de buena tinta.

Llenos de nuevo conocimiento, aunque algo cansados, los nueve periodistas en formación que llegamos a la Biblioteca Nacional de Colombia, caminamos en grupo, hasta la primera estación del Eje Ambiental, para seguir con nuestra jornada, dejando atrás la censura.

1“La censura consiste en la eliminación o modificación de un material artístico o de comunicación (como un texto, una película o una imagen), cuando es considerado por las autoridades como contrario a la moral, ofensivo, dañino o inconveniente. A quienes ejercen la censura, se les conoce como censores”, según el portal http://concepto.de.