
Por: Tomás León Londoño
En los últimos años, la participación de exmilitares colombianos en conflictos internacionales ha generado preocupación tanto a nivel nacional como internacional. Su experiencia en combate contra guerrillas y grupos narcoterroristas los ha convertido en candidatos atractivos para el reclutamiento como mercenarios en zonas de conflicto como Ucrania, Medio Oriente y África.
Ante esta situación, el Congreso de Colombia ha impulsado una iniciativa para que el país se adhiera a la Convención de las Naciones Unidas contra el Reclutamiento, la Financiación y el Entrenamiento de Mercenarios.
El senador Iván Cepeda, del partido Pacto Histórico, ha calificado esta práctica como un delito que debe ser erradicado. Cepeda ha destacado que, según informes, al menos 300 exmilitares colombianos han sido asesinados en la guerra de Ucrania, 22 en Sudán y más de 10,000 han combatido en Oriente Medio. Estas cifras reflejan la magnitud del problema y la urgencia de tomar medidas al respecto.
Colombia avanza en medidas contra el mercenarismo
El proyecto de ley que busca la adopción de Colombia a la mencionada convención avanza positivamente en el Congreso. Esta iniciativa tiene como objetivo principal beneficiar a los veteranos de guerra y, al mismo tiempo, erradicar gradualmente la participación de mercenarios en conflictos extranjeros. En caso de ser necesario, se contempla la posibilidad de extraditar a aquellos involucrados en actividades mercenarias.
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El fenómeno de los mercenarios colombianos ha sido objeto de atención en diversos medios internacionales. Informes señalan que empresas de seguridad privada, como la Global Security Services Group (GSSG), con sede en Abu Dhabi, han reclutado a exmilitares colombianos para participar en conflictos como el de Sudán, donde más de 20 colombianos murieron en la región de Darfur. Estos mercenarios fueron transportados a través de Libia hacia Darfur, evidenciando una red de reclutamiento transnacional.
Además, casos como el de Alexander Ante y José Medina, dos exsoldados colombianos que serán juzgados en Moscú por cargos de mercenarismo tras haber combatido en Ucrania, subrayan la complejidad y las implicaciones legales de esta problemática. Ambos enfrentan penas de hasta 15 años de prisión, lo que pone de manifiesto los riesgos legales y personales que enfrentan los colombianos que participan en conflictos extranjeros como mercenarios. Otro ejemplo citado por Cepeda es el del asesinato del jefe de Estado en Haití hace unos años.
La iniciativa legislativa también busca desarrollar programas de reintegración laboral para veteranos, con el fin de ofrecerles alternativas viables y evitar que recurran al mercenarismo como medio de subsistencia. La adhesión a la Convención de las Naciones Unidas es vista como un paso fundamental para fortalecer el marco legal que permita perseguir y sancionar estas prácticas, así como para cooperar con otros países afectados por el fenómeno del mercenarismo.
Expertos en seguridad nacional han señalado que la amplia experiencia de los militares colombianos en operaciones de contrainsurgencia los hace especialmente atractivos para empresas de seguridad privada y ejércitos extranjeros. Sin embargo, la falta de oportunidades laborales y las bajas pensiones en Colombia impulsan a muchos a buscar empleo en el extranjero bajo condiciones que, en ocasiones, resultan ser fraudulentas o peligrosas.
La comunidad internacional ha observado con atención el papel de los mercenarios colombianos en diversos conflictos. La participación de estos en guerras como la de Sudán ha añadido una capa de complejidad a conflictos ya de por sí intrincados, exacerbando crisis humanitarias y prolongando la violencia. La presencia de mercenarios extranjeros en Sudán, por ejemplo, ha sido vinculada con el apoyo de potencias regionales y ha generado tensiones adicionales en una región ya inestable.
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