Así sobreviví al atentado de las Torres Gemelas

Este septiembre, se cumplen 20 años desde que tuvo lugar el peor atentado terrorista contra Estados Unidos: el de las Torres Gemelas. En él, se contaron 2.996 muertos, incluyendo a los terroristas, que fueron quienes tomaron control de los aviones Boeing 757 de American Airlines y el que impactó en la torre sur de United Airlines. Esta es la historia de una colombiana que logró sobrevivir.

Por Laura Daniela Zambrano Páez, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de quinto semestre de la Universidad de la Sabana.

Participante de La Sala Premios al Periodismo Universitario en la categoría Crónica Periodística.

Eran las 8:00 a. m. del 11 de septiembre de 2001, una jornada que está grabada con sangre en los anales de la historia mundial. Juliana Peláez, una colombiana que pasaba un fin de semana fuera de su hogar, tenía que llegar a una conferencia laboral en el piso 54 de la torre norte de las famosas Torres Gemelas, una de las insignias de la Capital del Mundo y a las que en ese momento les quedan muy pocas horas en pie.

Al llegar al lobby, subió con un grupo de 13 personas. “Era un cuarto circular con ventanas en frente y atrás y con mesas que tenían comida, fue ahí cuando empezamos a sentir que la torre tembló”, recuerda.

Para ella esto no era normal, ya que tenía claro que en Nueva York no se presentaban movimientos telúricos. Entonces se acercó a una de las ventanas para ver cómo caían bolas de fuego y papeles de la parte alta de la torre en la que ella se encontraba. El vuelo 11 de American Airlines había impactado en los pisos de arriba a las 8:46 de la mañana.  La evacuación fue inmediata. Las personas que trabajan allí sabían qué hacer en estos casos y empezaron a movilizar a las personas rápidamente por las escaleras. “Llamé a mi novio y él me dijo: ‘por favor, sigamos en la llamada hasta que ya no podamos hablar más’. Entonces empezó a bajar todo el humo”, relata Juliana, quien recuerda que, 18 minutos después, sintió el impacto de la segunda aeronave. Era el vuelo 175 de United Airlines estrellándose contra la otra torre en los pisos 77 al 85. Juliana comenta que con ella había una mujer que la acompañaba desde que ingresó a la conferencia, a la cual le repetía que por favor rezaran.

“Yo así no quiero morir, no quiero morir completamente sepultada por una torre, de cualquier otra manera pero así no”, pensaba Juliana en ese momento. “También veía cómo los bomberos subían, pero todos sabemos que no volvieron a bajar. Fue una de las peores cosas que vi ese día porque eran muy jóvenes, tenían todos sus equipos puestos subiendo para rescatar gente”, relata.

Una hora después de ser embestida la torre sur, Juliana apenas estaba saliendo de la torre norte. “Cuando salí, miré hacia arriba y vi que las torres ardían y también miré a mi alrededor y vi los cuerpos de las personas que se habían lanzado de los pisos superiores”, recuerda con horror. Su estado de shock no la dejaba procesar todo lo que estaba viviendo. Los policías los llevaron rápidamente por una calle estrecha. Al cabo de 10 minutos de haber salido, la torre sur se desmoronó completamente. “No se veía ni siquiera el sol”, añade. En esos momentos solamente corrieron hacia una oficina en la cual se quedaron más de 20 minutos.

Estaba cubierta completamente de polvo de asbesto, ya que fue el material utilizado para construir las torres en 1973. Se trata de un componente sumamente tóxico. Para este momento las calles estaban llenas de un peligroso cóctel de partículas altamente alcalinas del concreto pulverizado. Al salir del lugar, se dirigieron hacía Brooklyn, pero el puente de Brooklyn estaba lleno de personas. “En ese momento empecé a asimilar el pánico, quería salir ya de ahí, miré hacia arriba y todos los puentes estaban custodiados por aviones militares que sobrevolaban muy bajo”, recuerda Juliana.

Ya en ese momento todo era una pesadilla para ella. Todo parecía un escenario de guerra, por las maniobras que hacían esos aviones para cuidar los puentes de posibles bombas o nuevos ataques.

Finalmente, Juliana y el grupo de personas con las que ella estaba cruzaron el puente de Manhattan, se resguardaron en una iglesia en Brooklyn en la cual había un puesto de ayuda de la Cruz Roja. Fue entonces cuando contactó a sus familiares y a su jefe. Un compañero la recogió en la iglesia y la llevó a su apartamento.

“Fue entonces cuando ya me di cuenta de todo lo que había pasado. Sentí pánico pues antes estaba en shock”. Aquí finalizó para Juliana Peláez su carrera por sobrevivir a uno de los peores atentados terroristas de la historia.

Por supuesto, su mente y cuerpo quedaron con secuelas. Durante 2 años sufrió estrés post traumático, puesto que no podía entrar a un centro comercial siquiera. Los lugares llenos de gente le daban terror y la cantidad de asbesto que las personas inhalaron en la caída de las torres trajeron problemas respiratorios, que padeció durante varios años.

Juliana añade con lágrimas en sus ojos que desde ese día no cree en la suerte. “Yo creo que todo pasa por algo. La culpa por haber sobrevivido a algo así siempre está conmigo”, explica. Hoy en día Juliana Peláez es una sobreviviente latinoamericana del 9/11, y está casada con el hombre con quien hablaba por el teléfono mientras que baja las escaleras de la torre norte a pocos minutos de ser sepultada por una torre. Al menos en ese sentido, esta es una historia con final feliz.

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