
En menos de dos décadas, los deportes de contacto dejaron de ser vistos de manera marginal y de practicarse casi en secreto, para convertirse en una industria que tiene mucha historia que contar más allá de la UFC.
Hace algún tiempo los deportes de contacto, a excepción del boxeo, eran territorio de unos pocos. Entrenamientos en gimnasios sin aire acondicionado, medios de comunicación alejados de estas disciplinas y un toque que mezclaba respeto, miedo y desconocimiento, eran las características principales que definían una industria que a futuro se convertiría en un millonario negocio deportivo con presencia global. Quienes practicaban karate, muay thai o taekwondo eran vistos como fanáticos que elegían un camino paralelo a los deportes convencionales.
Pero por fortuna el mundo cambió, y con él, la forma de entender, de competir y de narrar estos deportes. La profesionalización fue clave. Se crearon circuitos regionales, federaciones, reglamentos unificados y estándares médicos más exigentes para las competencias.
Las artes marciales mixtas, que en sus primeros años fueron criticadas por su violencia y aparente desorden, comenzaron a construir identidad, técnica y legitimidad. El octágono dejó de ser un espacio de caos para transformarse en un escenario de estrategia, precisión y respeto por las raíces marciales de cada estilo.
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, las artes marciales mixtas no nacieron con la UFC, ni con el boom del jiu-jitsu brasilero. Mucho antes de que Dana White y su organización convirtieran el octágono en un espectáculo global, ya existía un escenario en el que los mejores del mundo se medían bajo reglas más permisivas, en sitios que hoy son de culto como el Saitama Súper Arena en Japón.
Y fue allí, en Japón, donde PRIDE Fighting Championships, mostró al mundo las artes marciales mixtas. Los combates se realizaban en un cuadrilátero blanco, no en un octágono, con luces intensas, presentaciones épicas al estilo anime y un respeto casi religioso por los luchadores. El público no gritaba; observaba en silencio, como si cada movimiento en el tatami fuera parte de una coreografía marcial milenaria.
PRIDE fue pionera en reunir a campeones de diferentes pesos y disciplinas para enfrentarlos en torneos de eliminación directa conocidos como Grand Prix. ¿La condición? Vencer más de una vez en una sola noche. No había tiempo para recuperarse. Era entrar, pelear, avanzar o caer. La exigencia era física, sí, pero también mental. Era un ritual de resistencia, perseverancia y estrategia.
Nombres como Fedor Emelianenko, Mirko Cro Cop, Wanderlei Silva y Kazushi Sakuraba brillaron bajo las luces niponas, enfrentando no solo a sus oponentes, sino a la incertidumbre de un sistema casi samurái, en donde no existía el cálculo del ranking sino el valor del combate directo. Algunos de ellos cruzaron después a la UFC, pero su leyenda se forjó allí, en el suelo japonés, con reglas diferentes, donde estaban permitidos ciertos golpes que hoy son ilegales en UFC, y donde el árbitro parecía más un guardián que un simple juez.
Este pasado es clave para entender el presente. Porque mientras en occidente se estructuraba la profesionalización y el show, en Oriente se mantenía viva la mística, la raíz de las artes marciales como filosofía y forma de vida. El choque de estos dos enfoques dio origen a lo que hoy conocemos como MMA: una mezcla de fuerza, disciplina, espectáculo y marketing. Aunque PRIDE cerró en 2007 tras ser absorbida por la UFC, su legado continúa influyendo en los combates entre estilos y en peleadores que reconocen la evolución de este deporte.
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Lo que viene no solo está en la UFC
Es importante destacar que en el panorama actual de los deportes de combate hay tres organizaciones destacadas que están marcando la tendencia para los próximos años. Estas organizaciones son: One Championship, UFC y BKFC. Esta última ha venido creciendo mediaticamente por varias razones, entre ellas, porque Conor McGregor, una figura notable de las artes marciales mixtas, se ha convertido en socio de la organización.
Los próximos eventos de los deportes de combate estarán del lado de One Campionship el 30 de mayo en Bangkok en una velada de Muay Thai y de UFC el 31 de mayo en las vegas, donde, Erin Blachfield que viene de ganarle a Rose Namajunas y Maycee Barbero que viene de ganarle a Katlyn Cerminara, se medirán en la cartelera estelar.