Iveth Hernández durante su presentación en el Festival Internacional de Cuenteros “Akuentajui” 2018 en Riohacha, Guajira.
Por Aldair Zamora del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Autónoma de Barranquilla.
La vida de Iveth Hernández ha sido todo un cuento. Una mujer de estatura promedio, robusta, de ojos oscuros y cabello negro que mucho tiempo atrás, cuando recién comenzaba a disfrutar de su juventud, decidió estudiar economía en la Universidad del Atlántico.
En ese momento el corazón de Iveth ya tenía dueño, el afortunado era Milton, su vecino de toda la vida con quien había comenzado un noviazgo a escondida por prohibiciones de sus padres, sin embargo, esas medidas no fueron suficientes para que aquel amor floreciera y diera sus frutos hasta nuestros días.
La vida le dio una vuelta
El último año de estudios, Iveth decide contraer matrimonio con Milton y tiempo después nace Julieth, su primera hija. “La sensación es inexplicable, mi vida cambió completamente y por primera vez sentí ese instinto maternal hacia mi hija” afirmó Iveth.
Tres años después supo que vendría un segundo hijo pero esta vez el panorama era diferente. “Yo tomaba anticonceptivos, iba al gimnasio y comía mucha fruta. Me cuidaba y de repente comencé a vomitar y bajar de peso drásticamente. Yo pensé que eran las pastillas que me tomaba, así que fui al médico pero me dijeron que estaba embarazada” comentó Iveth.
El embarazo fue de alto riesgo, puesto que a los cuatro meses casi pierde el bebé por síntomas de apendicitis. Jesús, nació a los ocho meses y no fue sino hasta los cinco años donde desarrolló una enfermedad llamada Diabetes Mellitus Tipo 1 y desde entonces la vida de Iveth toma otro camino.
A los ochos de edad Jesús fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos de una clínica y por su complejo estado de salud le prohíben la entrada a Iveth durante unos días.
De repente, recibe una llamada de la clínica donde debía ir a firmar unos documentos porque Jesús iba a comenzar un tratamiento de insulina. Desde ese día Iveth comenzó a contarle cuentos a su hijo si percatarse que sería el inicio de una prometedora carrera artística.
Después de varias semanas a Jesús le dieron de alta y pudo regresar a casa pero el tratamiento con la insulina seguía y esta vez le tocaba a Iveth inyectar a su hijo varias veces al día, entre tanto, creaba los cuentos en el instante y le contaba a su hijo para que se dejara inyectar, pero hubo uno que la marcó para siempre:
“Un día dejé la puerta abierta y un monstruo grande y terrible entró a la casa, te vio durmiendo y se metió en tu cuerpo. El monstruo te está comiendo a pedacitos por dentro, pero yo tengo un antídoto para salvarte y así lo podemos matar”
Iveth Hernández.
Cuentos parecidos al citado eran los que Iveth le contaba su hijo para que se dejara inyectar y ese momento se volviera menos complicado. Cada día eran cuentos nuevos y así fue poco a poco desarrollando su creatividad para crear historias.
Una prometedora carrera
En medio de la red social Facebook conoce a un narrador de Malagana, Bolívar que se hace llamar “Ño Pipe” y establece una amistad. Iveth se percata que este hombre le gustaba publicar historias sin terminar, dejando intrigado a todos los amigos que tenía en su perfil.
Iveth no se quedó quieta, comenzó a comentarle posibles finales para sus historias y en medio de una conversación interna “Ño pipe” le dice que debería participar en los concursos de narradores que realiza el festival internacional de cuenteros “El Caribe Cuenta”. Pero Iveth no lo toma con seriedad y decide hacer caso omiso.
Días después Iveth decide llamar e inscribirse al concurso cuyo único requisito era preparar dos cuentos no menos a 10 minutos referentes a obras de Gabo. Ella preparó las historias en su casa hasta que llegó el día del concurso, era su primera vez contando para un jurado y un público por lo que los nervios fueron evidentes. Terminó ocupando el tercer puesto en un concurso donde quizás los otros competidores tenían cierta preparación por lo que Iveth se sintió más que satisfecha.
Desde ese momento Iveth sintió que podía transmitir y encontrarse ella misma por medio de las historias. Así que comenzó a prepararse, investigar, y a recibir múltiples talleres de narración oral.
El encuentro de contadores de historias y leyendas en la ciudad de Buga, Valle del Cauca fue donde Iveth arrancó profesionalmente como narradora oral. “Fue mi primer encuentro en ser invitada y realmente siempre estaré muy agradecida con el director Germán Jaramillo por haber confiado en mí” comentó Iveth.
Poco a poco Iveth fue abriéndose camino en el mundo de la narración en Barranquilla y municipios del Atlántico. Siguió aspirando a festivales y encuentros de oralidad y las puertas se le fueron abriendo.
La mayoría de historias que Iveth cuenta son propias: sucesos vivenciales, sin embargo, también narra mitos y leyendas del Caribe Colombiano, patakies africanos e historias de tradición oral indígena. Su propósito como el de cualquier narrador es conservar y mantener viva todas estas historias que han venido permaneciendo de generación en generación.
Los frutos de su trabajo
En 2014 creó el colectivo de narración “A narrar se dijo juscarajo” por donde han pasado niños y jóvenes de la ciudad de Barranquilla y municipios del Atlántico recibiendo talleres de narración y participando en concursos infantiles y juveniles de oralidad. Hoy en día el colectivo sigue vigente con Iveth al mando y cuenta con jóvenes de municipios como Galapa, Polonuevo, Sabanalarga, Malambo, entre otros.
En el 2015 Iveth tuvo la oportunidad de viajar a Cuba con dos niños galaperos miembros del colectivo: Juan David Chaparro y Pedro Luis Bonilla. Fue una experiencia inolvidable para los tres, compartir historias en un encuentro de narración internacional, costumbres, conocer de su cultura, realmente fue un viaje muy enriquecedor.
“La seño ‘Ive’ como le digo de cariño es una gran maestra, desde que llegó a mi vida cambió todo. Siempre me dijo que yo era una semilla y ella me iba a convertir en un árbol gigante, realmente es mi segunda mamá” comentó Pedro Bonilla.
El colectivo “A narrar se dijo juscarajo” ha ganado dos veces consecutiva Congo de Oro en el Encuentro de Comedias que realiza CARNAVAL DE BARRANQUILLA S.A.S. Estos niños y jóvenes pertenecientes al colectivo se reúnen en la Casa de la Cultura de Galapa donde realizan talleres semanales de creación literaria y expresión oral.
Hoy en día Iveth es una narradora con una trayectoria reconocida en el Caribe Colombiano. Además, es mediadora cultural con el Banco de la Republica y tallerista de procesos pedagógicos y cuento terapia.
Iveth ha contado con la dicha de representar a nuestro país y el Caribe Colombiano en países como México, Perú y Cuba donde ha sido invitada por festivales internacionales de narración oral.
Esta narradora no deja de contar ni de aprender, cada vez que cuenta sus fibras más íntimas se estremecen, ella cuenta por encontrarse a sí misma y generar un buen sentimiento en todas las personas que escuchan las historias y siente que cada vez que sube al escenario recuerda como inició esta travesía de contar historias y piensa en su hijo Jesús quien está próximo a graduarse de derecho.
Germán Jaramillo Duque, director del encuentro de contadores de historias y leyendas de Buga reconoce el trabajo que viene realizando Iveth con los niños y jóvenes del departamento usando el cuento como un medio de transformación social. “Es muy oportuno el trabajo de que realiza Iveth de vincular a niños y jóvenes a la narración en estos tiempos, realmente está construyendo futuro en la Costa Atlántica Colombiana” agregó Germán.
El cuento del Covid-19
Hace tres meses llegó el virus a nuestro país, y desde entonces las personas se están guardando por temor a contagiarse. Iveth es una mujer de alto riesgo producto de su obesidad que intenta día a día controlarla.
Los cuentos, las presentaciones, los escenarios, y demás, no pueden parar, ni esperar que la pandemia termine. Es por esta razón que Iveth se adapta a las nuevas tecnologías y desde el día que decretaron el Estado de Emergencia, ella se ha estado reuniendo constantemente de manera virtual con sus chicos del colectivo.
Iveth está convencida que la palabra tiene poder, de transforma, de sanar, pero también de destruir. Y es por esta razón que en estos tiempos difíciles que vivimos, debemos permanecer más unidos en familia y sobre todo de la mano de las historias, cuentos, leyendas para crear espacios cotidianos en momentos invaluables.
Esta narradora Caribe cuenta con una carrera como narradora ya consolidada y espera por medio de su colectivo seguir impactando más niños y jóvenes con las historias para que se interesen en contar cuentos, siendo este uno de los oficios más antiguos del mundo.