
Producto realizado por los estudiantes Andrey Ramos, Eliana Bernal, Santiago Pinzón, Alejandra Salazar, Nicolás Campuzano y Karen Ximena Rodríguez.
La violencia caracterizó a las décadas de los ochentas y noventas en Colombia, debido a la lucha entre el Estado y los carteles narco terroristas que azotaron al país con golpes sangrientos. Y el ataque al vuelo 203 de Avianca, perpetrado el 27 de noviembre de 1989, fue uno de esos hechos que conmocionaron a la nación.
De acuerdo con las declaraciones de personajes como el confeso sicario de Pablo Escobar, John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, el atentado en que murieron 110 personas iba dirigido al entonces candidato presidencial, César Gaviria, quien tomó un vuelo privado gracias a una corazonada del Coronel Homero Rodríguez. Este sería el fin de la aeronave HK 1803.

Bitácora del horror
7:10 am – Diego Bermúdez llevó un desayuno de Presto a Astrid Gómez, tripulante del avión que despegaría con rumbo a la ciudad de Cali. La puerta del Boeing 727-21 se cerró a las 7:13 am, mientras él veía a su amiga despedirse con gestos a través de la ventana. Diego tomó otro avión con rumbo a Montería con esperanzas de volver a ver a su compañera en la tarde.
7:17 am – Informan al Director de la Aeronáutica Civil, Yesid Castaño, que el 203 piloteado por el capitán José Ignacio Ossa, había desaparecido de los radares. Por un momento se pensó que podría haber sido un error de la torre de control; sin embargo una fuerte explosión en el municipio de Soacha, Cundinamarca, alertó a las autoridades y periodistas que asistieron al lugar de inmediato.
El periodista Darío Fernando Patiño, uno de los primeros en reportar desde el lugar del siniestro, relató que la primera impresión que tuvieron al llegar fue la de un fuerte olor a asado. Hacia las diez de la mañana, la Aeronáutica Civil confirmó que se trataba de los restos del HK 1803.
Las autoridades colombianas y el FBI confirmaron que el vuelo explotó a los 3 minutos con 15 segundos de haber despegado del Aeropuerto El Dorado, tras alcanzar los 13 mil pies de altura sobre el Cerro Canoas. Según los peritos, el estallido fue causado por un explosivo plástico llamado Semtex. Entre las víctimas se hallaban dos ciudadanos estadounidenses y un alemán.
«Me llamas»: el eco del último adiós
Los culpables y su accionar
“Jamás se supo el nombre de quien llevó la bomba al avión”
El propio Cartel de Medellín, en cabeza del extinto Pablo Emilio Escobar Gaviria, se atribuyó el atentado en contra ofensiva a la naciente ley de extradición que tramitaba el gobierno colombiano con los Estados Unidos en ese entonces. Según Gonzalo Rojas, víctima y director de la Fundación Colombia con Memoria, el atentado se planteó en tres reuniones en el Magdalena Medio, con participación de poderosos narcotraficantes del momento como Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano.
Ya con el permiso de los hombres más importantes de la mafia, el seis de noviembre de 1989 dos hombres compraron tiquetes para ubicarse en los asientos 15E y 15F. Se registraron como Julio Santo Domingo y Alberto Prieto, un joven de 17 años.
Este último era un suizo (nombre que los sicarios les daban a las personas que se iban a suicidar sin saberlo). Al día siguiente, ambos hombres abordaron, pero Santodomingo se bajó del avión afirmando que tenía una entrevista urgente, dejando solo al joven al que se le había encomendado la misión de grabar a dos hombres.
Prieto se ubicó en el asiento 15E con su portafolio, donde llevaba la cámara con la cual filmaría a su objetivo y en su interior contenía el explosivo plástico Semtex listo para detonar cuando se disparara el obturador.
Edmundo Ortíz, Director de Seguridad Aérea ACOAC en 1989, cuenta que a las 7:17 de la mañana, exactamente sobre el Cerro Canoas, Alberto provocó una primera explosión al interior, que alcanzó las celdas de combustible que contenían alrededor de 30 mil litros de gasolina, generando una segunda explosión que desintegró las alas y partió en dos la aeronave.
En algún momento, la explosión alcanzó los 1.000 grados centígrados de temperatura. Los restos humanos y del avión se dispersaron en un radio de 5 kilómetros del sitio de impacto.
Alias Julio Santo Domingo era en verdad Darío Osma, alias Memín, encargado de armar el paquete y entregárselo a Alberto Prieto, cuya verdadera identidad nunca fue conocida. Tampoco apareció en el registro de víctimas del siniestro.
Los herederos de las víctimas
“La historia del vuelo 203 es una investigación dormida”: Felipe Romero
30 años después, las familias sienten que el Estado nunca se acercó. Óscar, hijo de William Arcila, uno de los pasajeros, coincide con la versión del periodista y autor del libro Vuelo 203, Felipe Romero, quien afirma que la investigación se encuentra dormida.
Y es que según la Fiscalía General de la Nación no hay investigaciones activas, a pesar de que el atentado fue declarado de lesa humanidad en 2009 y por lo cual las indagaciones jamás deberían prescribir.
El resultado de las investigaciones se resume en 450 cuadernos llenos de declaraciones – ubicados en las instalaciones de la Unidad Especializada en contra de las Violaciones de los Derechos Humanos, a los cuales nadie puede acceder- y dos sentenciados: Carlos Mario Alzate (alias Arete), quien se entregó en 1993 y salió de la cárcel en 2001 (de acuerdo con un informe publicado por el diario El Tiempo vive protegido en España) y Dandenys Muñoz (alias Quica), quien cumple 10 cadenas perpetuas en una cárcel de EE.UU.