Durante su vida y desde su infancia las comparaciones y la depresión la agobiaron, a pesar de ello logró dejar un legado que aún permanece en la memoria de sus amigos y lectores.
Redactado por: José Alejandro Martínez López
El 29 de abril de 1936 nació en Avellaneda, la poetisa y traductora Alejandra Pizarnik. Sus padres, provenientes de Rusia llegaron a la Argentina luego de pasar un tiempo en París. La Segunda Guerra Mundial tuvo un gran impacto en su familia y las comparaciones que hacían entre ella y su hermana Myriam afectaron su niñez.
Estudió en la Escuela Normal Mixta de Avellaneda y en 1954 finaliza secundaria, empezó a frecuentar la Facultad de Filosofía y Letras y la Escuela de Periodismo. Así mismo, de la mano del pintor Batlle Planas incursionó en el mundo del arte y 1955 publicó su primer libro: La tierra más ajena, de editorial Botella al Mar.
Era apasionada por el surrealismo y el existencialismo, hacia 1960 se trasladó a París, trabajó para la revista Cuadernos y estudió religión y literatura francesa en La Soborna. Tradujo a Henri Michaux, Aimé Cesaré, Yves Bonnefoy y Antonin Artaud. Regresó a Buenos Aires en 1964 y publicó algunas de sus obras más conocidas: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971).
El 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, falleció Pizarnik luego de ingerir cincuenta pastillas de secobarbital. Luego de su muerte, se publicaron varias obras, en las que destacan: El deseo de la palabra (1975) y Zona prohibida y Poemas (1982).
En la actualidad sus libros siguen vigentes en un mundo en el que la oscuridad y las dificultades abruman; ha tenido gran influencia en varias generaciones que, a través de su escritura envolvente, logran identificarse en distintos aspectos de la existencia y con sus letras encontrar ese refugio tan necesario en una humanidad que no se detiene.