Vida nocturna trans: Una lucha por la dignificación de un pueblo

Redactado por: Karol GarcíaÓscar Iván Jiménez

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una serie de 17 medidas y propiedades adoptadas por la Organización de las Naciones Unidas en 2015 que se proyectan hacía 2030, en función de un bienestar en conjunto, con el propósito de garantizar la paz, proteger el planeta, promover la prosperidad entre naciones y erradicar la pobreza mundial. Incentivan el fortalecimiento de políticas asertivas que impulsen y apoyen la igualdad de género.

El objetivo 5 por su parte, busca asegurar también, el acceso universal a los derechos de salud sexual y reproductiva, promoviendo la participación plena y efectiva de las mujeres dentro de las comunidades, en diferentes aspectos sociales, políticos y culturales, brindando así, mejores oportunidades de vida y calidad en recursos económicos.

Una problemática social

Ahora bien, dentro de las tantas problemáticas por violencia de género, la realidad del trabajo sexual puede ser totalmente diferente a lo que la mayoría de las personas consideran. Hay diferentes situaciones que llevan a la praxis de estas actividades; induciendo así, estereotipos muy marcados en las diferentes sociedades.

La importancia de ampliar la visión de la problemática, las diferentes afectaciones en las localidades de Bogotá y las historias tras el maquillaje de una comunidad con múltiples versiones merecen ser conocidas, en pro y bienestar del desarrollo competente en las actuales y nuevas sociedades. El reconocimiento y cumplimiento de los derechos básicos de la vida garantizan la integridad, protección de las personas y la convivencia sana dentro de cualquier población. Por consiguiente, se hace necesario conocer las dos caras de la moneda y sus propias verdades.

Es así como, factores económicos, laborales y sociales se hacen relevantes al hablar sobre el trabajo sexual ejercido por mujeres. La precariedad en la que viven los grupos sociales se hace evidente en la práctica recurrente de esta actividad.

Problematica Social trans
The Movement in Action – Black Trans Liberation. Vigil for Black Womxn, july 19 2020, Fotofrafía: @joshpachecophotography

Luna Martínez: “Nadie hace esto porqué quiera, somos menos afortunadas”

Luna Martínez, como se hizo llamar en esta ocasión, tiene 48 años y lleva ejerciendo la prostitución desde los 15 años, en clubes, bares y en calles de la capital: «Soy del campo, de un municipio de Caquetá, Florencia. La situación económica en mi casa no era para nada buena, tenía una familia conformada por ocho hermanos y tenía que buscar alternativas para sobrevivir”. Lo manifiesta así, con nostalgia.

Llegó a un barrio llamado Las Cruces en Bogotá. Con la esperanza de encontrar una vida mejor, se dejó influenciar por Isabell: Una mujer alta, esbelta, con faldas cortas y labios rojos, quien la acogió a su llegada, algo que no había presenciado antes; en su municipio todo era muy tranquilo, culto y reservado. Las niñas y mujeres se tapaban más al vestir, desde pequeñas se les enseñaba a desprender aires de inocencia y pureza, eso era lo adecuado durante el resto de sus vidas. Es así, como el contraste se hizo evidente rápidamente.

Al no tener comida, en donde vivir y el miedo permanente de dormir a la intemperie, en un lugar completamente desconocido, decidió aceptar una oferta de trabajo propuesta por su nueva amiga, que le garantizaba al menos un lugar para descansar: “Se supone que solo tenía que hacer labores de limpieza en un primer momento, dentro de un bar en la localidad de Kennedy”.

El inicio en la prostitución en Bogotá
MercoPress, South Atlantic News Agency, 3 de junio del 2020

Las miradas de los hombres, las manos que repentinamente rozaban su piel, los “piropos o palabras asquerosas llenas de morbo” y las constantes riñas entre los clientes, fueron una señal y el inicio de lo que se convertiría su vida.

Recuerda que, mientras Isabell inhalaba un poco de cocaína en un pequeño cuarto rojo le dijo: “Si puede darlo gratis ¿por qué no va a cobrar por ello?” […] “Me vi obligada debido a mi situación; ya no podía hacer nada”. Su primera experiencia sexual fue aterrorizante: “Me hizo fumar un cigarro y tomar un poco de cerveza, según ella, para que lo disfrutara”; aún recuerda el húmedo olor de las sábanas, los gritos de dolor que desprendía su garganta y el miedo que se apoderaba de cada parte de su cuerpo: “Esa noche fue la peor, no me sentía yo, no sabía quién era, que hacía ni por qué estaba allí, pero sólo me quedaba continuar”.

Las cifras sobre la cantidad de mujeres que ejercen labores sexuales en Colombia son desconocidas en su totalidad, de acuerdo con un artículo publicado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano, se estima que cerca de 27.000 mujeres en el país son trabajadoras sexuales y para 2015 la Secretaría Distrital de la Mujer informa que más de 7.000 mujeres en Bogotá practican dicho ejercicio.

Una mujer que ofrece servicios o es trabajadora sexual, está expuesta a diferentes peligros, se pueden ver envueltas en diversas situaciones que colocan en riesgo su integridad y salud. El estudio publicado por la entidad revela también, que alrededor del 40,7% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia mientras ejercen la prostitución, cerca del 56% ha sido víctima de violencia física, el 28,5% de abusos sexuales y el 22,5% de abuso policial.

“En varias ocasiones, he sido víctima de violencia física, verbal y económica”. Las agresiones no han sido solo por parte de “sus clientes” o de quienes piden sus servicios. Es recurrente que “los jefes”, como los llama ella, sean los responsables en muchas ocasiones del maltrato que se genera al interior de los establecimientos que se dedican a la prostitución. “Ellos son quienes mandan, le quitan el dinero, aunque el cuerpo sea suyo, aunque el trabajo lo haya hecho usted”, manifestó Luna.

Al cumplir 25 años quería dejar de ejercer esa labor, a pesar de sus esfuerzos y las complicadas situaciones que tuvo que vivir para poder retirarse no le fue posible, no la aceptaban en ninguna convocatoria de empleo: “Yo no sabía hacer nada, así que me rechazaban”. No podía volver con su familia, pues en diez años no había sabido nada de ellos, no tenía idea de donde encontrarlos y vivir bajo un puente no era una opción, así que, no tuvo más alternativa, sino volver al único lugar que la esperaba y no le daría un “no” por respuesta.

Testimonio de una vida de prostitución
Cablenoticias: Las trabajadoras sexuales, sitiadas por la pandemia, abril 23 del 2020; Foto: EFE

Los estigmas generados en la sociedad han sido consecuencia, en reiteradas ocasiones del desconocimiento e ignorancia: “Nadie hace esto porque quiera, somos menos afortunadas, así que no nos queda de otra”. Las acusaciones y señalamientos son el pan de cada día para las trabajadoras sexuales, desafortunadamente se ven sometidas por la pobreza y precariedad, incluso, dejando de lado sus derechos y necesidades básicas, cumpliendo largas jornadas y expuestas a cualquier tipo de peligro cuando se encuentran en la calle.

Cruda realidad: ¿Visible o invencible?

La prostitución en Bogotá
Beautiful Photography Collection Captures Transgender Women In 1950s, Paris; por Sarah Karlan (BuzzFeed New Reporter)

Por otro lado, la realidad de los habitantes en los distintos barrios de la localidad de Suba cuenta una historia diferente y la batalla a la que se han tenido que someter junto a la vulneración de sus derechos como sociedad, en cuanto a la problemática con base en la red de prostitución por parte de la comunidad trans.

José González, líder comunitario, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAL) y Edil de la localidad 11 de Suba, ilustra la realidad que vive la comunidad del barrio La Gaitana, en el sector del “Potrero” que queda en lo que el Estado, hace más de cuarenta años, ha denominado una reserva vial para la construcción de la mencionada Avenida ALÓ, junto a otros barrios circunvecinos como Puerta del Sol 1, Puertas del Sol 2, Villa María 1er sector, Villa María 2do sector y Tibabuyes Universal.

González, asiente que las mujeres trans que están en la zona trabajan en dos bares importantes del sector; uno de ellos es el bar Picardías, ubicado en un sector de tolerancia del barrio Tibabuyes Universal, donde, por lo general, contactan a sus clientes y se desplazan a la reserva vial para desarrollar actos inmorales e inapropiados. De igual manera lo comenta la comunidad subana de estos barrios.

Asimismo, y al unísono, otras trabajadoras sexuales trans, se establecen en las aleras de la reserva vial para esperar a sus clientes, quienes, se parquean en el sector con sus camionetas o carros, en taxis o en motos o, simplemente, se desplazan a pie, afectando el buen convivir de los residentes del sector, debido a que, además, ha aumentado el microtráfico, los asaltos hacia los residentes y los asesinatos frecuentes en el potrero.

La reserva vial está entre las vías principales de la calle 139, a pocos metros del CAI de policía de la Gaitana, dentro de una zona residencial y de instituciones educativas públicas y privadas.

La comunidad ha optado por el desalojo forzado a mano propia porque han presentado quejas formales a las instituciones implicadas (Alcaldía Local, Secretaría de la Mujer), a medios de comunicación y a la policía del sector y no han recibido la ayuda pertinente. Las mujeres trans, según González, tienen una casa de participación y convivencia LGBTIQ+ en Suba Centro, donde realizan actividades de inclusión; pero no reciben los medios y alternativas para suplir sus necesidades mediante un trabajo digno.

El líder comunitario, resalta: “Nosotros como comunidad no recriminamos el trabajo realizado por las mujeres de esta población, por el contrario, lo que desaprobamos es cómo y dónde lo están haciendo”, en tanto que, es un lugar residencial y familias completas, incluyendo niños, desde las ventanas de sus hogares, visualizan estos actos sexuales que ellos mismos denominan como incorrectos.

La problemática está tan enfatizada que según lo que José González comenta, ni el breve patrullaje de los agentes del CAI del sector, ha podido mitigar el trabajo nocturno de las mujeres pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+; ratifica que la policía ha dejado a la comunidad en completa soledad, debido a que en ocasiones han hecho inspección del lugar con enfrentamientos físicos que terminan en agresiones a la fuerza pública por parte de las trabajadoras sexuales, lo que conlleva a que algunas de las mujeres queden privadas de su libertad.

Lugar en donde se encuentra la comunidad trans y lo usan como sitio para tener sus actos sexuales pagos
Avenida ALÓ (Potrero Calle 139, La Gaitana, Suba). Fotógrafo: Óscar Iván Jiménez Mendoza.

El núcleo de una red

Por otra parte, se hacen reiterativas manifestaciones de descontento a raíz de la problemática y sus múltiples consecuencias. Cristián Camilo López, es propietario de una floristería junto a su esposa Estefany González que está ubicada sobre la calle 139, frente a lo que debería ser la avenida ALÓ, comenta que el trabajo sexual sólo es el núcleo de una red que acarrea más situaciones desagradables a la localidad: “Son como una mafia, expenden drogas alucinógenas, y en varias ocasiones se ha presenciado que roban a sus clientes, les dan escopolamina y pelean con ellos”.

Según múltiples versiones, esta es una red manejada por una proxeneta trans, que distribuye a las trabajadoras en diferentes zonas y puntos entre los distintos barrios de la capital que confluyen entre sí. Los recicladores en las calles son quienes las protegen y les prestan el servicio de vigía para que cumplan con su labor nocturna, la cual, inicia alrededor de la media noche.

El lugar ha sido tomado para tirar escombros por la comunidad
Avenida ALÓ (Potrero Calle 139, La Gaitana, Suba). Fotógrafo: Karol García.

“Esto es como un punto muerto para la alcaldía, no les interesa el bienestar de las personas que aquí habitan y de quienes tenemos que presenciar todo eso, también hay diferentes carteles, pero ni la policía ni las entidades gubernamentales hacen algo al respecto”, enfatiza Camilo López

El patrullero Carlos Chavarría quien pertenece al escuadrón del CAI de la Gaitana, explica que la alcaldía no les ha dado ninguna indicación sobre cómo debe actuar. Asevera que las trabajadoras que se sitúan en las calles del comercio sí son agresivas, mientras que quienes se ubican cuadras más arriba, en los límites de los potreros o la avenida principal son calmadas, conversadoras y amigables: “Yo hablo muy bien con ellas. Les hago entender que no es el lugar idóneo para que realicen esas actividades y ellas comprenden; no todos los policías son iguales, yo trato de hablarles tranquilamente, ellas también son seres humanos; hay que hablarles con respeto”.

Julio César Riveros, líder comunitario del sector de la Gaitana, un hombre de 39 años, de 1,86 de estatura, robusto, con un temperamento fuerte, pero de una voz dulce y enternecedora conoce de cerca la situación, arguye de manera decepcionante con voz de impotencia y descontento sobre la realidad que viven las personas del barrio que lo ha visto crecer: “El tema de las chicas trans, en la Avenida ALÓ lleva mucho tiempo” […], “Eso lo han dejado avanzar mucho”.

En palabras del líder social, todas las personas, desde las entidades de fuerza pública, los lideres de las Juntas de Acción Comunal y políticos tienen total y pleno conocimiento de la problemática que se ha gestado y a pesar de ello; “No hacen nada”, siendo así, replica: “Yo creo que ellas pagan una ́vacuna ́ para que las dejen trabajar ahí, todo eso está prohibido, no hay más explicaciones, seguramente hay algún tipo de extorsión”. En un principio eran dos o tres chicas trabajando, pero rápidamente se ha convertido en una extensa red.

Según comenta Riveros, la situación ya se salió de las manos, la inseguridad ha incrementado exponencialmente y nadie hace nada, es cuestión de tiempo: “La comunidad tomará acciones por su cuenta tarde o temprano”.

La situación ha sido expuesta en reiteradas ocasiones, a los entes responsables de la seguridad, protección y bienestar de los habitantes, pese a los esfuerzos nulos por combatir el problema, se ha empezado a normalizar cada incidente que ocurre, cada robo, asalto y riña parece haberse inmiscuido en la cotidianidad tras la penumbra del sol y asimismo sobresale a la luz de la luna.

Calle del pecado
Avenida ALÓ (Potrero Calle 139, La Gaitana, Suba). Fotógrafo: Óscar Iván Jiménez Mendoza.

Pese a su experiencia trabajando con habitantes de calle indica que el involucrase con personas de la comunidad trans es mucho más complicado y riesgoso, pues afirma: “Hay que tener en cuenta que ellas se sostienen por medio de ese trabajo, también tienen gastos, pagarán un arriendo y necesitan comer, todas tienen necesidades diferentes”. Reitera que hay quienes se dedican también al expendió de estupefacientes; por consiguiente, no es una responsabilidad fácil de asumir. No obstante, no descarta la posibilidad de trabajar con ellas, claro está, si cuenta con el apoyo de la alcaldía y la misma comunidad, para que tengan oportunidades a un trabajo más digno y a mejores condiciones.

La Corte Constitucional de Colombia, estableció en 2019 que todas las personas tienen la libertad absoluta sobre sus cuerpos y sexualidad; por tal motivo, la prostitución no debe ser un motivo para la estigmatización. En 2023 el Senado aprobó el proyecto de ley “186-23, Trabajo Sexual”, en donde se indican lineamientos para la dignificación del trabajo sexual, buscando así, asegurar y garantizar los derechos humanos de quienes ejercen dicha labor, junto a su integridad y bienestar.

“Eso lo han dejado avanzar mucho”: Julio César Riveros

Basura y ratones Bogotá
Avenida ALÓ (Potrero Calle 139, La Gaitana, Suba). Fotógrafo: Karol García.

Al parecer, al interior de establecimientos y bares dedicados a ofrecer servicios sexuales hay que pagar “una mínima” o una cuota por el derecho a usar habitaciones; por tal motivo, es que las trabajadoras de la zona deciden hacer uso de sectores no autorizados ni aptos para la realización del mencionado ejercicio.

Siendo así, las condiciones de trabajo para la comunidad trans de Villa María, la Gaitana y los barrios aledaños no son las adecuadas, al interior de los potreros de la avenida ALÓ, se encuentran roedores de gran tamaño y en cantidades alarmantes corriendo de un lado a otro, se observan basuras de todo tipo, hombres escondiéndose entre los grandes matorrales que consigo llevan drogas, escombros de una cosa y de otra junto con las fuertes corrientes de viento que trae la noche.

Lea también: El colombiano ‘camellador’: Una mirada a su labor

Julio César Riveros: “No se puede garantizar la reubicación de la población de mujeres con experiencia de vida nocturna trans”:

Julio declara: “Todos merecemos apoyo, no hay que discriminarlas ni ver solo las cosas negativas, no hay que guardar rencor ni odio, hay que buscar soluciones, mejores oportunidades y apoyo, todas se encuentran en esa situación debido a circunstancias diferentes”.

Sin duda alguna, hay diversidad de entidades que se encargan de prestar ayuda a la población LGBTI en Bogotá y con ello a la población de mujeres trans. En la Capital del país las 5 Casas LGBTI, situadas estratégicamente en varias zonas discriminadas en las localidades de Suba (Casa LGBTI Laura Weinstein), Kennedy (Casa LGBTI Edward Hernández), Los Mártires (Casa LGBTI Diana Navarro), Rafael Uribe Uribe (Casa LGBTI Amapola Jones) y Teusaquillo (Casa LGBTI Sebastián Romero), que representan el apoyo para las personas LGBTI en la ciudad.

Casa LGTBI
Fachada de la casa LGBTI – Laura Weinstein, Zona Norte (Cl. 134 #92 – 78, Suba). Fotógrafo: Óscar Iván Jiménez Mendoza

Victoria Quevedo, mujer trans y trabajadora social de la Casa LGBTI Laura Weinstein asiente que en conjunto con la oficina de la Secretaría de Integración Social se les realiza acompañamiento tanto de psicología como de trabajo social no solo a las mujeres con experiencia de vida trans en el barrio La Gaitana, sino a toda la zona de la Subred Norte que comprende las localidades de San Cristóbal Norte, Engativá y Suba con el apoyo a las familias a través de redes de apoyo, los espacios de colectivos de aprendizaje, de fortalecimiento de habilidades y la eliminación de estigmas, de respiro y de educación flexible que implementan desde la Casa LGBTI Laura Weinstein, todo esto en conjunto de los servicios ofertados por el referente territorial de Suba.

Quevedo, alude que: “Lamentablemente por parte de integración social no se puede garantizar la reubicación de la población mujeres con experiencia de vida trans en el barrio La Gaitana debido a que la localidad no cuenta con una zona de tolerancia, y de hacerlo se ejercerían temas concernientes a la discriminación y segregación” de las mismas en el sector determinado.

Por otra parte, Victoria Quevedo hace notar su voz de solidaridad frente al tema y con posibles temas de soluciones, arguyendo que: “El Referente territorial de la localidad de Suba debe identificar estrategias de trabajo en común con ferias territoriales de ofertas de servicios institucionales y distritales y jornadas de sensibilización con la junta de acción comunal y ciudadanía con el objetivo de buscar armonización en la convivencia del barrio”.

Casa LGBTI Laura Weinstein
Integración Social – Casa LGBTI Laura Weinstein (Bogotá, D.C., agosto 29 de 2023).

Sin embargo, a pesar de los múltiples intentos de acercamiento a las chicas trans que ejercen la prostitución en las aleras cercanas al potrero o reserva vial “ALÓ”, no fue posible entablar una conversación para conseguir una entrevista con alguna de ellas debido a que se sienten atemorizadas en hacer visible su identidad, e intimidad, porque se sienten expuestas al orden público, sintiendo temor de reconocer ante la sociedad, su labor. Paola, como dijo hacerse llamar para proteger su identidad, arguyó tras una breve conversación sobre la una de la mañana: “No doy entrevistas en ninguna circunstancia, es mejor que me deje tranquila porque no doy entrevistas”.

Sin duda alguna, el lugar que utilizan para estas actividades no se considera adecuado, debido a que saben que no cuentan con los estándares o parámetros para la dignificación de su humanidad y el trabajo que realizan no lo desempeñan en una residencia o casa apropiada para ello.

Marcha trans
¡Pacifista!, febrero 18 del 2016, Santa Fe, Bogotá (Zona “T”).

La presencia y participación por parte del Estado es esencial, el pueblo colombiano merece ser escuchado. La paridad de género es necesaria para finalizar con cualquier brecha social entre hombres y mujeres, la búsqueda de la equidad e igualdad debe ser una reflexión en el pensamiento colombiano para lograr la evolución y desarrollo efectivo de las actuales y futuras sociedades.

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