Por: David Barbosa
Los indicadores presentados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) revelan que cerca de 250.000 colombianos lograron superar la pobreza multidimensional en 2024. Sin embargo, en contraste con esta tendencia positiva, Bogotá registró un aumento del 1,8% en este indicador, lo que plantea nuevos retos para la capital.
El informe más reciente del DANE ofrece una radiografía detallada del comportamiento de la pobreza multidimensional en el país durante el año 2024. A nivel general, el panorama es alentador, en parte gracias a la generación de empleo en el sector agrícola, que ha mantenido una baja tasa de desempleo en varias regiones.
Reducción por regiones: luces y sombras
La región que mostro una reducción significativa fue la región de la ORINOQUIA – AMAZONIA ya que hubo una caída del 3,8% entre el 2023 y el 2024; las cabeceras municipales fueron las que mejores números mostraron cuando hubo una disminución del 8.3% al 7.8%.
Según los datos más recientes, esta zona del país se destaca por una tendencia poco común: los hogares encabezados por hombres registran una mayor incidencia de pobreza que aquellos liderados por mujeres.
En 2024, la tasa de pobreza multidimensional en hogares con jefatura masculina alcanzó el 21,8%, superando al 18,2% registrado en hogares con jefatura femenina. Esta situación contrasta con el comportamiento observado en otras regiones del país, donde la pobreza suele afectar con mayor intensidad a los hogares liderados por mujeres.
La región Caribe mantuvo una diferencia significativa en los niveles de pobreza multidimensional según el sexo del jefe de hogar. Los hogares liderados por mujeres reportaron una incidencia del 19,2%, superando a los encabezados por hombres, que registraron un 17,9%. Esta brecha de género evidencia una tendencia constante en el país, donde las mujeres enfrentan mayores barreras estructurales relacionadas con el acceso a empleo formal, educación, servicios de salud y condiciones dignas de vivienda
Desigualdades étnicas: una deuda histórica
El panorama que se logra mostrar es menos favorable con respecto a años anteriores, los datos revelan que hay unas diferencias marcadas que reflejan desigualdades históricas y estructurales.
Los hogares afrocolombianos son los que muestran un índice del 19.8% lo que representa una reducción de 2,0 puntos frente al 2023. En contraste con los hogares indígenas que experimentaron un incremento bastante alarmante del 38,4 % , siendo este el grupo étnico más afectado en dicha situación, este porcentaje es el doble con respecto a todo el panorama nacional, lo que evidencia una situación bastante critica.
En áreas rurales y centros poblados, la situación es aún más preocupante: la pobreza multidimensional en hogares indígenas se disparó hasta el 46,8%, frente al 21,3% en hogares afrocolombianos. Estas cifras refuerzan la urgencia de intervenir con estrategias diferenciales según territorio y pertenencia étnica.
Por otro lado, los hogares liderados por personas que se identifican como parte del campesinado también presentan una alta vulnerabilidad. A nivel nacional, estos hogares registraron una incidencia del 19,5%, muy superior al 5,5% observado en aquellos sin dicho autorreconocimiento. En zonas rurales, la brecha se amplía aún más: 23,0% en hogares campesinos frente al 13,1% en hogares no campesinos.
¿Qué es el IPM y cuales son las dimensiones que analiza al momento de realizar la estadística?
Estos datos confirman la necesidad de diseñar e implementar políticas públicas inclusivas, que integren un enfoque territorial y étnico. La ruralidad, la identidad campesina y la pertenencia a pueblos indígenas deben estar en el centro de las soluciones estructurales para reducir la pobreza en Colombia.
Aunque Colombia ha logrado una disminución general en la incidencia de la pobreza multidimensional, las cifras más recientes del DANE para 2024 revelan profundas tensiones sociales que exigen respuestas urgentes desde las políticas públicas.
Asimismo, las disparidades históricas relacionadas con el género, la identidad étnica, la vida en zonas rurales y el estatus migratorio se mantienen notoriamente marcadas, lo que indica que el perfil de la pobreza en Colombia se ha diversificado y vuelto cada vez más complejo.
Desde el enfoque de la política pública, es imprescindible que los logros cuantitativos vayan acompañados de cambios estructurales a nivel institucional, territorial y social. Solo a través de estrategias integrales se podrá asegurar un acceso equitativo a la salud, la educación, el empleo digno y la vivienda, enfocándose primordialmente en quienes han sido tradicionalmente excluidos.
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