Colombia, un país con la memoria puesta en las víctimas, después del acto terrorista, alrededor de 300 personas fueron tomadas como rehenes, según los comunicados del grupo insurgente, la acción pretendía someter a juicio político al entonces presidente Belisario Betancur.
Por: Óscar Iván Jiménez Mendoza
Hace 40 años, el 6 y 7 de noviembre de 1985 la capital colombiana, en el centro de la ciudad, vivió unos de los hitos civiles más siniestros de la historia de la justicia y la guerra en el país: la toma y la retoma del Palacio de Justicia.
En medio del acto terrorista, cerca de 300 personas fueron tomadas como rehenes; sin embargo, el número exacto de víctimas continúa siendo objeto de debate. No obstante, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) documentó la muerte de al menos 11 magistrados, así como la desaparición, asesinato de civiles durante y después de los hechos.
Un recorrido en la historia: un camino sin precedentes
La década entre 1980 y 1990 puede ser considerada la más violenta en la historia de Colombia; durante esos años, el país fue noticia por el narcotráfico, la intervención de criminales en el fútbol profesional, el surgimiento o génesis de grupos subversivos al margen de la ley, la muerte de políticos, magistrados, jueces y policías, hasta la explosión de medios de comunicación.
Sin embargo, el M-19 había nacido en los 70 en Colombia, reaccionando a lo que consideraron un fraude en las elecciones del 19 de abril de 1970 en las que perdió el candidato de la ANAPO (el exdictador Gustavo Rojas Pinilla), un movimiento político al que pertenecían los fundadores de la guerrilla.
A diferencia de otras guerrillas como las FARC o el ELN, el M19 tenía una mayor presencia urbana.
Posiblemente la operación más exitosa de la guerrilla fue la toma de la embajada de República Dominicana el 27 de febrero de 1980.
Tras dos meses de negociaciones, el gobierno accedió a que los guerrilleros volaran a Cuba con los rehenes, donde los liberaron y recibieron asilo.
Momentos de la toma
Entre las 10:30 y 11:00 a.m. del 6 de noviembre de 1985, guerrilleros del M-19 irrumpieron armados por el sótano del recinto. Entraron 35 uniformados; 25 hombres y 10 mujeres. Seis menos de lo pretendido.
Dieciocho días antes, servicios de inteligencia conocieron los planes de la guerrilla y en consecuencia se aumentó la seguridad del edificio, pero en el momento de la Toma no había ni un miembro de las Fuerzas Armadas para defenderlo.
Las máquinas detectoras de armas en la puerta fueron retiradas dos días antes.
Un grupo de vigilantes y escoltas defendió el Palacio, pero en pocos minutos “un sinnúmero de funcionarios, visitantes y empleados quedaron atrapados en el fuego cruzado que los convirtió en rehenes, carne de cañón del combate que se desató entre el grupo de asalto del M-19 y cuerpos de seguridad del Estado liderados por las Fuerzas Armadas”, dice la Comisión de la Verdad.
Se estima que había alrededor de 300 personas dentro del Palacio, cuando empezó la toma.
Una guerra silente, pero devastadora
Mientras el Estado aseguraba que negociaba un acuerdo con los grupos armados y con las organizaciones del narcotráfico, en el país la noticia del momento era el subcampeonato de América de Cali en la Copa Libertadores tras perder la final ante Argentinos Junior.
Tras el fracaso deportivo, Colombia fue protagonista de las primeras planas de los medios en el mundo por uno de los crímenes más recordados en la historia del país, la toma del Palacio de Justicia.
Con la mayoría de guerrilleros y rehenes ubicados en el cuarto piso, las autoridades ingresaron por tierra y aire al edificio; de hecho, las transmisiones de los noticieros captaron como descendían uniformados de helicópteros que sobrevolaban el palacio, algunos de ellos resultaron heridos tras aterrizar de manera abrupta contra el suelo de la terraza.
Al mismo tiempo, antes de que llegara la noche, comenzó un incendio en la biblioteca del primer piso, que se extendió hasta el cuarto piso; en los informes se afirma que el cuerpo de bomberos no pudo intervenir a tiempo porque los uniformados no les permitieron acceder al lugar.
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Calma y cese al fuego: un clamor nacional
Después de confrontaciones entre las autoridades y el M-19, además de varios hechos que siguen sin ser explicados hasta la fecha, sobre las 2:30 p.m. del 7 de noviembre se confirmó que se había recuperado el control del Palacio de Justicia.
Sobre las decisiones que se tomaron para este final, hay hipótesis en las que se menciona un presunto golpe de Estado y que Belisario Betancur no tuvo voz de mando en las órdenes, pero esto fue desmentido categóricamente por el mandatario.
En el informe oficial se confirmó la muerte de más de 100 personas (inicialmente se habló de 96), entre magistrados, escoltas, uniformados, civiles y guerrilleros; sin embargo, hasta la fecha solo han sido identificadas alrededor de 70 víctimas.
Además, aunque se responsabilizó por completo al M-19, en los informes también se denunciaron las irregularidades protagonizadas por la fuerza pública, comenzando por el nivel de violencia que utilizó durante la remota.
En el marco de la conmemoración del 40° aniversario, los familiares de las víctimas y el país entero siguen hablando sobre el significado mayúsculo de este hecho que perdura y continuará trasegando en el tiempo y en la memoria de los colombianos.
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